“Sean bondadosos y compasivos unos con otros, y
perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó
a ustedes en Cristo (Efesios 4.31)
Como parte del argumento central de no agraviar al Espíritu
Santo Pablo contrasta la amargura, la ira y el enojo contra
la compasión y el perdón hacia el hermano. La base para la
compasión y el perdón al otro está en la persona y obra
de Cristo. Cristo es el fundamento sobre el cual se construye
la posibilidad de reconciliación con el otro. El Dios
compasivo nos invita a ser compasivos.
Sin duda, la obra de redención y restauración de todas
las cosas comienza en el mismo corazón de Dios. Es Dios
quien toma la iniciativa en restaurar al ser humano. La
obra de redención comienza por la clara acción de Dios a
favor nuestro: ofrecernos la oportunidad del perdón eterno
por medio de la obra de Cristo.
El Dios compasivo es aquel que siente como nosotros y se
compadece. La etimología de la palabra compasión significa
precisamente esto: sentir con el otro. Este sentir no es
solamente un sentir a distancia, una simpatía, es un
sentir que toca las profundidades del ser. Fíjense que a lo largo
de toda la historia de salvación la compasión de
Dios se resalta
en los momentos más dramáticos del pueblo de Dios o
del individuo creyente. Dios sacó a Israel de Egipto por que
tuvo compasión, Dios los libró de sus enemigos por compasión,
Dios perdonó a David por compasión, Dios no es un Dios
de ira sino un Dios compasivo.
En la persona de Jesús la compasión se manifiesta de
forma concreta y está a disponibilidad de todo aquél que
esté listo para recibirlo. Los que reciben sanidad, los que
son liberados de demonios, los que han robado y están
arrepentidos, los que se confiaban en su propia religiosidad
para ser salvos, todos reciben de una u otra forma la
compasión de Dios.
Para recibir lo máximo de esta compasión – digo lo máximo
porque aun aquel que no reconoce a Dios también recibe
su compasión-, es necesario reconocerse pecador y arrepentirse
para experimentar el gran amor de Dios en Cristo.
Ahora bien, la compasión de Dios no sólo es para ser disfrutada
en la intimidad de mi ser.- Dios espera que sus hijos sean compasivos
como él es compasivo. El cristiano se sabe por naturaleza una
persona que ha recibido la tremenda gracia de Dios en Cristo.
El cristiano crece a imagen de Cristo cuando se da en gracia como
Cristo se dio. El cristiano que no da gracia, que no expresa amor
no refleja la naturaleza de su Padre celestial. Por eso es que siempre
digo que todo hijo de Dios bien nacido es compasivo por naturaleza.
El cristiano, al igual que su Padre extiende siempre la mano de
misericordia. El cristiano lo único que hace es compartir
imperfectamente la gracia que ha recibido y recibe constantemente
del Padre. Somos hijos del Dios compasivo y por lo tanto se
espera de nosotros que seamos compasivos.La compasión y perdón
empiezan por casa, la compasión y el perdón se deben
manifestar en primer lugar en el contexto de la familia y de
la familia espiritual. Siempre es más fácil ofrecer compasión
y perdón al que no tengo cerca. Me resulta mucho más fácil
animar a otros a ser compasivos con el que está en desgracia o con
el sufre la escasez que con aquél que tengo cerca. Por eso es que
tanto el Señor como Pablo mismo insisten en la exhortación a amarse
unos a otros:
- “Perdónanos nuestras deudas como también nosotros hemos
perdonado a nuestros deudores” (Mt. 6.12)
- “ Si tu hermano peca contra ti, ve a solas y hazle ver su falta.
Si te hace caso has ganado a tu hermano” (Mt. 18.15)
- “...así también mi Padre celestial los tratará a uds., a menos que
cada uno perdone de corazón a su hermano” (Mt. 18.35)
- “Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán
la ley de Cristo” (Gá. 6.2)
- “ Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el
amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce.
El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. Así manifestó
Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al
mundo para que vivamos por medio de él. En esto consiste
el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él
nos amó y envió a su hijo para que fuera ofrecido como sacrificio
por el perdón de nuestros pecados. Ya que Dios nos ha amado así,
también nosotros debemos amarnos los unos a los otros” (1 Jn. 4.7-12)
Amamos y perdonamos porque él nos amó primero.
¿Cuál es el contexto en el cual es más difícil aplicar el principio
del amor y el perdón?
En casa: con mi esposa, hijos. He descubierto que siempre me es
más fácil amar y perdonar al que veo de vez en cuando que aquél con
el que mantengo una cercanía y una intimidad continua. El principio
del amor, la compasión y el perdón debe aplicarse en primer lugar en
el contexto de las relaciones matrimoniales, padres e hijos,
hermanos/as. Muchas veces somos más duros, exigentes e
intolerante con aquellos que están cerca. El examen de la compasión
se aprueba con aquellos que me rodean.
El mismo principio se aplica para la comunidad. Es en el
contexto de las relaciones fraternales donde se nos desafía a
perdonarnos unos a otros. Pablo no está pensando en el de afuera,
Pablo está pensando en aquél que es mi hermano/a. En aquél que
es parte del pueblo de Dios.
¿Cómo podemos crecer en la compasión y el perdón?
Ante todo orar para que el Señor nos de la capacidad de comprender
espiritualmente que el fundamento de nuestro perdón y compasión
mutua es Cristo y no meramente nuestros buenos deseos o buena onda.