Hoy quería compartirles la historia de Job. El era un hombre muy bueno, recto y apartado del mal. Era amable con sus sirvientes y tenía una familia grande. Era el hombre más rico de la región y tenía muchos animales. Todo parecía marcharle bien a Job.
Pero como Job tenía fe en Dios y era un hombre recto, llamó la atención de Satanás. Este se presentó ante Dios para acusar a los seguidores del Señor. Dios le dijo: ¿No has considerado a mi siervo Job? Y escucha lo que Dios dijo de él… “no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? (Job 1:8)
Satanás dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto sus bienes han aumentado sobre la tierra. Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. Dios entonces dijo: Has lo que quieras con sus posesiones pero no dañes su cuerpo. Pruébalo y verás si permanece fiel a mi. Y Satanás actuó contra Job. Un número de desastres cayeron sobre todas sus posesiones y sus hijos. Pero Job en dolor y en shock, aún confió en Dios. La Biblia dice: En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.” (Job 1: 9-12 y 22)
Otra vez se presentó Satanás y Dios le dijo: “¿No has considerado a mi siervo Job… que permanece fiel?”
Sí, dijo Satanás…”pero lo más importante para un hombre es su salud. Quítasela y verás si no te maldice.”
Dios permitió a Satanás quitarle la salud a Job, pero le pidió que respetara su vida. (2:6) A Job le salió una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. Físicamente Job estaba sufriendo, se sentó sobre cenizas y tomó un tiesto para rascarse. Sus tres mejores amigos y su esposa pensaron que había pecado contra Dios y le urgían que confesara sus pecados. No tenían cómo ayudarle, tampoco le dieron palabras de consuelo. Las personas que acostumbraban tratarlo lo evitaban y lo acusaban de haber hecho cosas impropias.
Job no sabía de la batalla que se estaba librando entre Dios y Satanás en el mundo invisible. Satanás odiaba a Dios. Quería que Job lo maldijera; pero Job tenía una gran fe y sabía cómo era Dios. Su sufrimiento le acercó más a Dios. Él dijo: “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo. Y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a mi Dios; al cual veré por mi mismo y mis ojos lo verán y no otro. Aunque mi corazón desfallece dentro de mi.”
Pensemos por un momento… Job estaba seguro que era inocente ante Dios, y comparado con otros, era una muy buena persona. Tendría que haber sido muy difícil para él escuchar a sus amigos discutiendo por qué razón estaría él sufriendo tanto. Y Job se sintió confundido, porque siempre supo que Dios sólo permite que le sucedan cosas buenas a la gente buena. Aun, aunque se sentía confundido tenía claro en su mente y dijo:”Más Él conoce mi camino, me probará y saldré como oro. Mis pies han seguido sus pisadas; guardé Su camino y no me aparté. (23:10) Job creía que llegaría a ser una mejor persona, refinada como el oro, luego que hubiera pasado el sufrimiento.
Dios entonces le dice: “¿Donde estuviste cuando puse los fundamentos del mundo, cuando cree los astros y los monstruos marinos? Todo lo que Dios le dice a Job le demuestra que lo que él quiere entender, su sufrimiento, es inentendible.
Job debe resignarse a algo, porque, efectivamente, no lo sabe todo. En esto hay un misterio. Puede que los antecedentes religiosos de alguien lo hayan formado en un ser que necesita más que por necesidad, por acostumbramiento, todas las respuestas, todas las piezas del rompecabezas. Cuando las pierde, se descontrola al grado de arrimarse a la esposa de Job en su pensar. Le sobreviene un estado de desesperación, de ansiedad, mezclada con algo de odio. Su pensar se embota y elige por la “salida” más fácil, negar y maldecir a Dios. No tiene en cuenta que el primer misterio es lo creado y lo creado es imprevisible. Por lo tanto, que el ejemplo de Job un hombre “temeroso de Dios y apartado del mal” nos de algo más para seguir luchando por la fe en un Creador amoroso, esto que es una verdadera gema, no una apariencia, que algún día abrigamos y atesoramos en nuestro corazón.
Al fin Dios restauró la salud de Job y lo prosperó dándole una familia otra vez. Fue mejor que antes que comenzaran sus pruebas. Elevó una alabanza y adoración a Dios porque le conoció de una manera más profunda. Dios es grande, infinito y eterno, cada día podemos aprender algo más acerca de Su grandeza. Cuando las tragedias y desastres nos golpean, por lo general no podemos comprender lo que está sucediendo. Pero si confiamos en Dios, El nos ayudará y nos dará la fuerza para pasar a través de las pruebas. Te invito a seguir confiando, poniendo tu fe y confianza en el bondadoso y amante Dios que nos cuida. El Salmo 56:8 dice que Dios junta nuestras lágrimas en su redoma, las anota en su libro. Nada de lo que nos sucede escapa del cuidado amoroso de Dios- Nuestro Padre Celestial. Sigue confiando en el Señor – Él te cuida cada día.