| | Había una vez una rosa roja muy hermosa y bella. Se sentía de maravilla al saber que era la rosa mas bella del jardín.
Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos.
Un día observó que al lado de ella siempre había un sapo grande y oscuro y que era por eso que nadie se acercaba a verla de cerca.
Indignada ante lo descubierto le ordenó al sapo que se fuera de inmediato de su lado y el sapo muy obediente dijo:
- Está bien, me iré, si asi lo deseas...
Tiempo después, el sapo pasó por donde estaba la rosa y quedó sorprendido al verla totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos. Y entonces se animó a decirle:
- ¡Qué mal se te ve! ¿Qué te pasó?
- Es que desde que te fuiste - la rosa contestó apesadumbrada - las hormigas me han comido día a día, me han destruído y nunca volveré a ser igual que antes....
- Y claro - contestó el sapo - cuando yo estaba aquí a tu lado, me comía a esas hormigas, evitaba que te hicieran daño y por eso siempre eras la más bella del jardín.
Muchas veces despreciamos a los demás, por creer que somos más que ellos, más bellos, más inteligentes, más útiles o simplemente pensamos que no nos "sirven" para nada.
Dios no hace a nadie para que esté sobrando en este mundo, todos tenemos algo especial que hacer, algo que aprender de los demás o algo que enseñar, y nunca debemos despreciar a nadie.
No vaya a ser que esa persona, nos haga un bien del cual ni siquiera seamos conscientes.
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