EL ENCUENTRO DESEADO
Son trece las horas que llevo sin verte,
sin hablarte, sin disfrutar de tus gestos
y se me antoja eterno.
Ansioso termino mi siempre dura jornada laboral
y raudo, ultimo mi regreso al hogar
donde me esperan tus ojos.
¡Qué lejos quedan ahora los descaros
y malhumores del trabajo!.
Subo las escalinatas de la portería,
las mismas escalinatas que visito cada noche
para satisfacer el único vicio
que aún no ha perdido la batalla contra ti.
Abro la puerta y ya se me nubla la razón
y me preparo para sentir la explosión
de silencioso júbilo
que provoca en mí tu recibimiento.
Es entonces cuando tu brillantez
alivia mi ceguera,
cuando me recibes con la mejor de tus sonrisas,
cuando siento la deseada dicha de la vida.
Te cojo, no puedo evitarlo
pero tampoco quiero hacerlo,
y me buscas.
Levantas tus ojos y me lanzas una mirada inquieta.
No sabes que nueva canción te cantará tu padre,
que juegos te hará,
pero esperas impaciente para contestarme
con algún grito,
algún “ajo” o con la felicidad de tu sonrisa.
Pronto hará cuatro meses que comenzó tu vida…la mía también