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Poesia: A Ti!
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Esa mirada tuya, tan profunda y tierna que lo dice todo en medio del silencio.
Esa mirada tuya, que eleva mi alma e inunda mi ser sin tocar aún mi piel.
Esa mirada tuya tan indescriptible que llena de amor a este libre corazón.
Esa mirada tuya, tan profunda y tierna que me lleva a entender que aún estoy viva y siento.
Esa mirada tuya...
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Cuando todo se mece sobre el párpado abierto de la noche y se oyen las pisadas de los últimos porteadores de sueños que se alejan, cuando la luz ya es término arterial que la memoria traza desde dentro y oímos germinar sin acritud el talar de la sangre bajo el peso de un labio, ella se enciende sola.
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Mi lámpara rebelde arde como áspera piel de las sirenas, disemina palabras que son naipes sin luz sobre la hierba.
Las bautiza las hunde en las diademas de la noche.
Es horrible ser dos inútilmente y por eso la dejo gozar de mi tristeza, nadar contracorriente en la crecida de otra voz que no alumbra la ceguera y se enciende tal vez más allá de nosotros.
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Miraba sus piececitos tapiados como tallados litorales. Huir de la tiranía de sus pasos le haría bien. Palabras Descalzándose Sin tiempo.
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Como el escalador que apoya todo el cuerpo en los resquicios del vacío, paso sin ser notada abriendo las compuertas borrando los caminos, con la boca nodriza y los ojos ausentes.
Rehén de la memoria, rememoro el olvido, ese gran simulacro repleto de fantasmas que arrastran su silencio hacia el abismo.
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EN ESA NOCHE PABLO...
En esa noche Pablo besó aquel cuerpo muerto muchas veces, acarició sus muslos, los labios deshojados, la ternura del sexo impracticable.
El vientre entumecido, la gangrena incipiente apenas florecida, el algodón del llanto, la breve remembranza de algún lunar dormido para siempre.
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HAY VENTANAS QUE PUEDEN HABITARSE...
Hay ventanas que pueden habitarse como se habita una ciudad, durante años. Hay escenas que encienden una vida y vidas que encienden una muerte mientras duran.
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Tan sólo fue un instante. Después aquella imagen fue quedándose atrás y tuve la certeza de que ella misma había consentido en su muerte.
El sacrificio es siempre una forma de venganza. En la noche anterior él le había prometido llevarla a ver el mar.
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La ventanilla de un tren puede llegar a contener el mundo en un instante.
Después de golpearla ella cayó de rodillas ante él, mientras él la miraba y su mano homicida se abría sin querer y la piedra sangraba, se dejaba caer, se despeñaba talud abajo.
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Me pregunto cómo se conocieron. En dónde enamoraron. Si ella sabía coser. Si habría criaturas esperándola.
No pude decir nada. Asistir al fragmento de la vida de otros. Sentir la medianía de un cuerpo malogrado. Ver cómo me alejaba y mi ojos sin tiempo querían estirarse, detenerse, comprender.
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HE LLEGADO AL INICIO...
He llegado al inicio, como quien se extravía bajo la rotación laberíntica de un bosque sin raíces.
Y doy vueltas Y vueltas sobre mi propia herida tras la única gasa que macera el silencio y su drenaje, la dársena del tiempo.
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He llegado al inicio y mi nombre no era más allá de un abismo sin aliento y mi cuerpo sin nombre se llenaba de lámparas y niñas, perdía pie sin reservar la hierba.
Y mi arena se oía crepitar hasta el fondo sobre el granizo muerto.
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LA MISMA INCERTIDUMBRE...
La misma incertidumbre con la que un día preciso que ya fuiste acordando sin saberlo, comienza a desprenderse la leve gasa que ocultara la trama de tu herida, una herida reciente que late sin hablar y está tan dentro que tu vida depende de mantenerla viva.
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Con la misma soltura con la que cada órgano se acomoda para el parto y se abre un trecho de luz en mitad de tu cuerpo, una tarde descubres que no puedes contar tus cicatrices pues sus bordes te unen a fragmentos de otros, a vidas paralelas, a bálsamos de humo.
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Es entonces que esa herida se cumple y es más cierta que el mundo, nos regresa al origen, sus lámparas de arena, la palabra en el vientre, cuando todos vivíamos recíprocos y juntos cuidando las heridas.
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MÁQUINA TEMERARIA
Máquina temeraria. Yo soy la que comienza a no existir. Mientras ella se preña se atraganta con mis escritos de la tarde. Desordena quiebra despedaza se adueña sabe que yo la escucho desde dentro.
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