A UNA GOTA DE ROCÍO
Van forjando al rocío fondo y forma en la secreta fragua, cuando nadie lo ve, para después dejarlo igual que un vaso en la alacena de la naturaleza inabarcable, agua de pozo limpia y sed al mismo tiempo. Y cómo estos principios se combinan para pulir, tal piedra de diamante, el silencio y la rosa de donde nace al fin, como del poro de la noche agitada van naciendo nuestros sueños más íntimos, esa pequeña gota destilada en el tallo de cualquier loca avena. Luego el sueño también le vence a ella, y se evapora, devolviéndole al mundo su perfume de rosa y su silencio, y no deja más rastro que en nosotros la vida, si morimos. Y por ello, si fuera dios yo un día, no cogería arcilla de la tierra ni ninguna otra cosa, sino a ti, mi pequeña Galatea que en la avena te meces dulcemente, y ordenaría al punto: Hágase el hombre de esta lágrima pura, y así quizá pudiera ser el hombre, pleno en su instante único entre tan bellas nadas, más duradero sueño, una leyenda. Andes Trapiello
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