¡Oh!, alma viajante que traza, sin farsa, el rumbo de este corazón libre y errante, que sigue acelerado, en agigantados pasos, en la búsqueda de nuevos amores. Y siendo mi corazón el alma materializada que vive en la voracidad buscando una rendija en el camino trazado por los misterios de la vida. Y, por la rendija de mi alma, avisto a este corazón, que baila el vals de la esperanza, sobre el desierto solitario, mientras el alma llora, entrelazada al corazón, los daños del engaño. ¡Oh!, alma que se funde a mi corazón despedazado, me pide con aire de ecuanimidad que yo no tenga prisa, como si yo le hubiera prometido la única cosa que me tengo aún: ¡La eternidad! Quedarse en la equidistancia del sufrimiento y de la alegría, buscando una otra alma y haciendo un triángulo de la forma simétrica y amorosa de almas encontrándose. Ese es el corazón de mi alma, y, a veces, el alma de mi corazón. Jane Botti/Sergio Kante
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