Cristian Fontaine, arriba, de Jayuya, participa en el Concurso de Niños Trovadores. Comerío - ¿Alguna vez se ha comido un guichí?, ¿Que no sabe lo que és? Pues en este municipio conocen muy bien lo que es y cómo se cocina el guichí, fritura que ayer le puso sabor al cierre del Festival Jíbaro Comerieño. Sepa usted que el guichí se originó en este pueblo en la década de los 60 cuando las Damas Auxiliares comenzaron a venderlas pro fondos del Centro de Salud municipal. Fueron ellos, recordó ayer el alcalde, Josean Santiago, quienes comenzaron a vender el plato, que se hace con una papa hervida partida a la mitad, que se rellena con un pedazo de jamón, mortadella o salchichón. Luego, se une con un palito de madera, se empana y se fríe. Antes “eran pequeñitas” recordó Santiago. Frente a la plaza, Rafael Santana y sus compañeras se pusieron las botas vendiendo la original fritura a beneficio de la iglesia de San Martín de Porres, del barrio Doña Elena. Mientras, otro kiosko ubicado en los alrededores de la plaza vendía los 1,000 guichís que hizo la madre de Santiago y cuyas ventas se usarán para costear el nuevo techo de la iglesia del centro del pueblo. Guanimes con bacalao, arroz con gandules, lechón asado y guineos verdes hervidos completaron la oferta gastronómica que disfrutaron las cientos de visitantes que fueron ayer a Comerío a festejar el 25 aniversario del Festival Jíbaro. De postre, y en un kiosco ubicado precisamente frente a la iglesia, Edgardo Rivera ofrecía pilones de ron cañita, y brandy, entre otras curiosas golosinas. En la tarima, Santiago entretuvo a los asistentes haciéndole promoción a los kioscos, haciendo comentarios jocosos, hablando de sus proyectos, entre los que mencionó, la construcción de un nuevo centro de gobierno a un costo de $10 millones y la operación de un nuevo tren que transitará por el centro urbano. La primera ronda musical estuvo a cargo de Ecos de Borinquen, quienes acompañaron a los niños trovadores Tania Rivera, de Barranquitas, Cristian Fontaine, de Jayuya, y la comerieña Elsie Marie Díaz. A tempranas horas de la tarde, una caravana de carros antiguos ocupó el Paseo de los Trovadores ante las miradas embelesadas de quienes se dieron cita allí. Pasos atrás, llegó “Chano”, personaje del pueblo que es encarnado en las festividades y que era conocido de todos por su afición al ron caña. Engalanando la tarima con su blanca vestimenta jíbara, su pava, y su tabaco, “Chano” presentó el Desfile de Estampas Típicas junto con Santiago. Destacó la participación de la comunidad Media Luna, que sobre un camión recreó el “Colmado y Cafetín Media Luna”. Pan sobao a 22 centavos, arroz a 9 centavos la libra, y a 10 centavos el palo de chichaíto. Así rezaban los letreros que se colaban entre la penca de bacalao amarrada en el techo, el racimo de guineos, y la vellonera. Fueron muchos los cafetines que operaron en este municipio en la década del 40 “cuando en Comerío había trabajo”, según explicaron desde la tarima. Había tres grandes almacenes que distribuían a los cafetines que había en cada barrio. Esa fue la época de oro del entonces próspero pueblo cafetalero. Mientras, el municipio tiró la casa por la venta con la estampa de una boda jíbara, con la novia que llegó a la iglesia montada a caballo. De allí la bajó el padre y la entregó en la iglesia, una boda recreada sobre otro camión de remolque que tenía piso de tierra, y en la que la esperaba el novio, cigarro en mano. La cooperativa La Comerieña también montó una escena familiar en un patio que tenía su mata de plátano, un rejón que mantenía un gallo en su interior, y un fogón. Una representación indígena, batuteras, y una delegación de la Liga Atlética Policiaca completaron el desfile. En horas de la tarde, se celebraría la final del concurso de trovadores. |