Este ejemplar fue descubierto, en 1868, por un joven estudiante entre la vieja correspondencia de su abuela. Lo vendió por 7 coronas; y a partir de ese momento este ejemplar único ha ido subiendo de precio
En 1978 fue vendido en 411.864 dólares, seis años después, en 1984 en 478.975 dólares. En 1990, otra ves seis años, la cifra se eleva a 1.377.140 dólares, y finalmente llegamos a la subasta del 8 de noviembre de 1996, donde este ejemplar alcanza un valor de 2.320.000 dólares, que figura en el libro Guinness de los récords mundiales como el objeto más valioso del mundo con relación a su peso, volumen y densidad.
El sello fue comprado por una persona anónima, que al parecer representaba a una empresa de Estocolmo.