La Revolución Francesa se inició durante el reinado de Luis XVI. El reino que había heredado Luis XVI, distaba mucho de ser un país próspero a causa, en gran parte, de los gastos excesivos, por la fastuosidad y el derroche, que la vida cortesana exigía. Además del despilfarro que se daba en la corte, lo que disminuía los fondos del erario del reino, también éstos se veían afectados por los privilegios de que gozaban el alto clero y la nobleza, entre ellos la exención de impuestos.
En contraste a la opulencia en que vivían el alto clero y los cortesanos, sobre el pueblo, con severas carencias e inmerso en la miseria, la injusticia y la arbitrariedad, descansaba la economía de la nación
Entre los intelectuales de Francia se contaban Montesquieu, Rousseau, Voltaire, Diderot, Locke, entre otros. El pensamiento filosófico de dichos personajes estaba en desacuerdo con el gobierno absolutista, con la concentración de poderes y con la división de las clases sociales.
El 9 de julio de 1789 la Asamblea adoptó el nombre de Constituyente porque iba a elaborar la primera Constitución de Francia. La situación cada vez se tornaba más difícil: muchos campesinos dejaron de pagar impuesto, saquearon graneros, atacaron comerciantes y empleados de aduanas. Por su parte, la realeza hizo renunciar a Necker, el Ministro de Hacienda y tropas mercenarias, al servicio del rey, se concentraban en Versalles, lo que hizo que estallara la ira popular.
El periodista Camilo Desmoulins y el Duque de Orleans, patriotas revolucionarios, se pusieron al frente del pueblo en las calles de París, participando activamente en la agitación popular, armándose con lo que podían, incluido el saqueo de armerías y dando a conocer los acontecimientos políticos más recientes y la formación de clubes políticos.
El 13 de julio se exigió al rey el regreso de Necker y la salida de las tropas mercenarias, pero Luis XVI, se negó. El pueblo enardecido decidió, el 14 de julio de 1789, terminar con la prisión del Estado, la Bastilla, que representaba todas las iniquidades, atropellos e injusticias del absolutismo y libertar a los presos políticos ahí encarcelados.
Los diputados del pueblo, obreros en su mayoría, fueron recibidos con disparos y la violenta reacción de la turba enfurecida no se hizo esperar, la que no cejó hasta que la fortaleza se rindió
El pueblo parisino exigió las cabezas del gobernador de la Bastilla y del alcalde de París, las que fueron colocadas en unas picas para ser paseadas por todo París.
Con la toma de la Bastilla, el pueblo francés demostró su decisión revolucionaria que quedó plasmada en el siguiente manifiesto: Unidad e indivisibilidad de la República. Libertad, Igualdad, Fraternidad o la muerte.
El 14 de julio de 1789, fecha en que cayó el baluarte del absolutismo francés, La Bastilla, está considerado por la República francesa como un día de fiesta nacional
Después de la toma de La Bastilla, el pueblo francés siguió luchando para alcanzar la democracia y la libertad con el lema: Libertad, Igualdad, Fraternidad