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1944: 10 de junio de 1944 La Matanza de Oradour-sur-Glane
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De: calle12  (Mensaje original) Enviado: 10/06/2011 13:22
Habían pasado cuatro días del Desembarco en Normandía y por toda Francia se respiraba un aire casi triunfal, de alivio...Se presagiaba un pronto final para la guerra y en la localidad de Oradour, no se había cambiado ningún hábito, ninguna rutina...simplemente porque, durante la ocupación, el invasor alemán no les había molestado nunca, así que, la liberación había sido tomada con alegría pero sin manifestaciones exteriores de revuelta.

 Aquel 10 de Junio, amaneció un día despejado y tranquil
o. Tocaba distribución de tabaco y los hombres se mostraban especialmente contentos, como cada semana e impacientes por recibir su ración semanal...Eran cerca de las dos de la tarde cuando un coche ocupado por un oficial alemán rompió el silencio y la calma de las calles de Oradour. A nadie le sorprendió, puesto que los nazis pasaban por allí a menudo sin detenerse, de camino a Limoges. Tras ese primer vehículo, que no pasó de largo sino que se detuvo, llegó otro. Después otro más y así, una hilera de vehículos militares cercaron el pueblo, entrando por el sur y rodeando los accesos de la localidad. Aún así, todavía ningún confiado lugareño sospechaba que los nazis habían elegido Oradour para materializar su venganza por el Desembarco de Normandía...


En total, cerca de 200 soldados de la división Das Reich del Waffen-SS del III Reich ejército nazi, se dieron cita en Oradour aquel fatídico día. Pronto, resonó por el pueblo un tambor que anunciaba reunión inminente de todos los habitantes, sin excepción en la plaza del pueblo, el céntri
co Champ de Foire, al que la gente comenzó a acudir sin prisa, corriendo el rumor entre todos de que sólo se trataba de un formalismo de los soldados que querían verificar los documentos de identidad de los habitantes de Oradour. El llamamiento no excluía a nadie, ni siquiera a los niños, que fueron sacados de las aulas por los maestros que les instaban a apresurarse. Uno de aquellos niños, un encantador muchacho lorenés llamado Roger Godfrin, sintió miedo y, sin pensarlo dos veces, echó a correr sin escuchar a sus profesores. Corrió tanto como pudo y se refugió en el bosque a la espera de que algo pasara...Ese instinto le convirtió en el único superviviente de los 247 niños de la escuela de Oradour.

Cuando los soldados se aseguraron de que la práctica totalidad del pueblo se había dado cita en la plaza, comenzaron a separar a los niños y las mujeres de los hombres: hicieron dos hileras, y la gente comenzó a murmurar, a inquietarse...Mujeres y niños fueron conducidos por la fuerza, pero sin violencia, al interior de iglesia de Oradour, mientras sus
maridos, sus padres y sus hijos varones, les veían alejarse aliviados porque pensaban que nada podría pasarles en lugar sagrado...¡Qué equivocados estaban!

Pasaron las horas...los alemanes hablaban entre ellos, excitados, como no sabiendo bien qué hacer...El alcalde de Oradour, Paul Désourteaux, se aventura a preguntar a los soldados a qué obedece esa situación, pero sólo encuentra silencio y desprecio. De pronto, alguien da la orden de separar a los hombres en grupos y conducirlos a distintos punto
s de la villa: dos grandes garajes y un almacén de grano. El desconcierto reinante rivaliza con el miedo...ahora no cabe duda: algo horrible está a punto de ocurrir. El reloj del campanario anuncia las cuatro de la tarde, mientras una explosión silencia el sonido de las campanas: a esa señal, los soldados responden abriendo fuego contra los tres grupos de hombres durante, al menos, cinco minutos ininterrumpidos...aquellos hombres que aún presentan signos de vida son rematados sin piedad, mientras algunos soldados encienden teas para quemar las pilas de cadáveres y de los heridos graves...lo que no sospechan es que unos pocos supervivientes sacaron arrestos y fuerza para escapar de su destino y contar al mundo lo que allí aconteció...


Mientras tanto, las mujeres y niños en la iglesia, escuchan los ametrallamientos y la locura colectiva de desencadena: lamentos, lloros, ataques de histeria y el convencimiento de que ellas no correrán mejor suerte. De pronto, la puerta de la iglesia se abre...algunas mujeres gritan de alivio creyendo que serán liberadas...nada más lejos de la realidad: dos soldados entran en el templo y arrojan al suelo bombas incendiarias que no tardan en explotar y prender. El horror que allí debió vivirse es indescriptible...tan sólo una mujer, Madame Rouffanche, logró salir con vida milagrosamente por una ventana de la iglesia, no pudiendo salvar a un bebé que intentó sacar con ella. No contentos con verlos arder, los nazis entraron en la iglesia y abrieron fuego contra todo lo que se movía...
Cuando creyeron haber terminado su espantosa labor, los soldados se dispusieron a celebrarlo bebiendo el vino de las bodegas y cantando toda la noche...
Nueve años después de esta sinrazón, por fin comenzó el juicio contra los asesinos de la división Das Reich, o, mejor dicho, contra algunos de ellos (la mayoría había desaparecido, huido o muerto): ninguno supo explicar el por qué de aquella masacre y todos aseguraron obedecer ordenes de "arriba". Los juicios conocidos como "Proceso de Burdeos" duraron un mes: fiablemente, dos de los acusados fueron condenados a muerte, la mayoría fueron sentenciados entre cinco y ocho años de prisión y algunos fueron más tarde amnistiados.

Nadie sabe con exactitud porque aquel 10 de Junio, 642 personas fueron brutalmente asesinadas en Oradour-sur-Glane...Cuando se decidió levantar de nuevo la villa de Oradour, se llegó a la conclusión de que todo el horror vivido allí, podría servir a las generaciones venideras para llega a comprender la barbarie de la guerra. Se pensó entonces en levantar un Oradour totalmente nuevo junto al Oradour arrasado y en dejar, tal y como quedó aquel 10 de Junio, el Oradour original: las fachadas quemadas, los coches que habían ardido en medio de las calles, los objetos cotidianos esparcidos por doquier y las ruinas de los edificios como testigos únicos de lo acontecido. A la entrada de este pueblo mártir, se inauguró en la década de los noventa el conocido como Centro de Memoria: un museo de visita ineludible antes de entrar a visitar las ruinas donde se resume la historia de la guerra, de aquel fatídico día y de los juicios posteriores.


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