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General: El tesoro del Nuestra Señora de las Mercedes
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De: eriko09 (Mensaje original) |
Enviado: 28/02/2012 16:27 |
Atrás quedan los más de cinco años de litigios, tras el hallazgo de la compañía Odyssey Marine Exploration El tesoro ya está en casa ( España). Ahora un grupo de expertos comienza a catalogarlo. Son más de 600.000 monedas. Entre las que hay 212 de oro y 13.000 de plata, 5.000 de ellas completamente restauradas. Además de lingotes de cobre, estaño y otros materiales. Es el botín que transportaba la fragata española la Mercedes hundida por la flota británica en 1804. Devuelto a España por la compañía estadounidense Odyssey tras llevárselo del fondo del mar en 2007. El gobierno confirma que todavía hay otras 59 piezas en Gibraltar y que no renunciará a ellas. Además estudia la posibilidad de reclamar a Odyssey el pago de las costas del proceso judicial. Tras su restauración, catalogación y conservación el tesoro será repartido en varios museos de España. Aunque todavía no se ha decidido en cuáles.
El 9 de agosto de 1804 partía de Montevideo la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, cargada de oro y, sobre todo, plata procedente de las diversas minas que el Imperio Español tenía en sus colonias americanas. Los metales preciosos fundamentalmente provenían de Bolivia, Perú y Chile, habían pasado por Argentina y de allí se dirigieron a Uruguay, desde donde partirían a Cádiz para luego llegar a Madrid y poder saldar parte de las numerosas deudas del Imperio Español. Así se esparcerían por el mundo entero, como llevaba siglos haciendo la plata americana.
La Mercedes no navegaba sola, sino en una pequeña flota que tenía al Medea como buque insignia y a la Santa Clara y la Fama como otras dos fragatas acompañantes. En total llevaban 1089 personas, muchos de ellos familias de civiles y sus posesiones que, tras haber acumulado riquezas en el Nuevo Reino, se retiraban a España a vivir el resto de sus vidas. Como cargamento, 34.292.064 reales en monedas de oro y plata, 150.000 lingotes de oro, 1.666 barras de estaño y otras materias primas preciadas como cobre y pieles de focas. Todo esto se esperaba en España como agua en mayo para hacer frente a los gastos del Estado.
Pero ya quedaba lejos la gloria del Imperio Español. El mundo veía cómo dos potencias, El Imperio Británico y la Primera República Francesa, se disputaban el mundo, siendo España una clara aliada de Francia. Pero en 1804 no había mucho que temer, puesto que España había firmado en 1796 el Segundo Tratado de San Ildefonso, por el que se garantizaba una frágil paz con Inglaterra y una alianza con Francia que le costaba a España, por un pacto secreto, el pago de 72 millones de francos anuales a sus vecinos del norte. Así que con la paz comprada, España estaba tranquila y todo parecía ir bien para la flota hasta el día antes de la llegada prevista a Cádiz.
José de Bustamante y Guerra Gobernador de Montevideo 1797 – 1804
El 5 de octubre de 1804 estaban las cuatro embarcaciones al sur de Portugal, cerca del Cabo de Santa María, ignorantes de la emboscada que les tenían preparada los ingleses. A las 7:00 de ese mismo día los españoles divisaron cuatro navíos, y viendo que eran ingleses y que iban hacia ellos, no tardaron en organizar la flota, y a las 8:00 el comandante José de Bustamante y Guerra ordenó zafarrancho de combate en unos barcos mercantes cargados de civiles y donde los militares apenas tenían experiencia en batallas. Al fin y al cabo nadie esperaba luchar.
Poco antes de las 9:00 ya habían alcanzado los navíos ingleses a la flota española y estaban colocados en barlovento, emparejados uno a uno, y tan cerca que se podía alcanzar al enemigo con una pistola. En esas condiciones Graham Moore, el comandante inglés, envió a Lieutenant Ascott al Medea para explicar sus órdenes a los españoles. Allí le recibieron Bustamente y el Mayor General Diego de Alvear, quien estaba al cargo de la Mercedes y que regresaba a España junto con su mujer y sus ocho hijos (uno de los cuales cruzó con él al Medea). Las órdenes inglesas eran muy claras: rendición de la escuadra inmediata e incondicional.
Los españoles se sabían en clara minoría, pero no estaban dispuestos a tales exigencias e intentaron pactar un acuerdo más digno. Pero los ingleses estaban impacientes, y viendo que sus interlocutores no regresaban, a las 10:00 lanzaron un cañonazo que impactó de lleno en el Medea, y de forma prácticamente inmediata se produjeron sendas andanadas por parte de españoles e ingleses. La batalla duró muy poco: a los 10 minutos el Amphion impactó en el polvorín de la Mercedes, haciendo explotar el barco y llevándose consigo 230 vidas, entre las que estaban la mujer y 7 de los hijos de Diego de Alvear, y la mitad del cargamento de plata de toda la flota. En media hora la Santa Clara y la Medea ya se habían rendido, mientras que la Fama estaba a la fuga, perseguida por la Liveley y la Medusa, que eran más veloces. Tan dañinos fueron los ingleses que estando la Fama totalmente desarbolada y con su capitán, Miguel Zapiain, muerto, seguían disparando para hundir el buque. No pararon hasta que Bustamante, a las 12:30 a.m. entregó totalmente la escuadra para evitar males mayores.
En total España perdió 249 personas, un enorme botín (a partir de ese día nunca cruzó el Atlántico una cantidad de oro y plata semejante con destino a España) y tres barcos que fueron conducidos a Gibraltar, y después a Inglaterra para pasar a formar parte de la Armada Británica. El resto de los tripulantes y pasajeros fueron apresados y conducidos a Inglaterra como prisioneros.
Este ataque fue un acto de piratería por parte de los ingleses en tiempos de paz. Algo, por otro lado, que no debería extrañar a nadie porque llevaban siglos haciéndolo, o al menos intentándolo. Tan clara fue la ilegalidad del ataque que la propia prensa inglesa arremetió contra su armada por ello, considerándolo un delito vergonzoso en tiempos de paz. Pero gracias a ese ataque, Gran Bretaña interceptó 3 millones de pesos y evitó un pago a los franceses. Eso no parecía (esta vez) motivo suficiente para la ciudadanía inglesa, que seguía presionando y consiguió que la Corona indemnizara con 230.634 pesos a los marinos supervivientes, aunque se negaron a dar lo correspondiente a las familias de los fallecidos.
No obstante, el embajador de Perú en Washington, Harold Forsyth, ha afirmado que el Ejecutivo peruano "no bajará la guardia" y volverá a reclamar el tesoro rescatado de la nave 'Nuestra Señora de las Mercedes', que naufragó en 1804 con 17 toneladas de plata y oro, aunque ha reconocido que la situación "no luce bien para los intereses peruanos".
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