Permitamos que la lluvia caiga
y arrastre todos los antiguos rencores, los amargos odios acumulados y nutridos por generaciones.
Permitamos que la lluvia arrastre la memoria del lastimado, del abandonado.
Luego permitamos que salga el sol y llene el cielo de arco iris.
Permitamos que el calor del sol nos sane en donde sea que estemos quebrados.
Permitamos que queme la neblina
para que podamos vernos uno al otro claramente.
Para que podamos ver más allá de los rótulos, más allá de los acentos, género o color de piel.
Permitamos que el calor y el brillo del sol derrita nuestro egoísmo.
Para que podamos compartir las alegrías y sentir las penas de nuestros vecinos.
Y permitamos que la luz del sol sea bien fuerte para que podamos ver a toda la gente como nuestros vecinos.
Permitamos que la tierra, nutrida por la lluvia, traiga hacia nosotros flores para que nos rodeen con belleza. Y permitamos que las montañas le enseñen a nuestros corazones
a alcanzar las alturas celestiales.