Narra una antigua leyenda sumergida en lo profundo, que cuando Dios hizo al mundo quería crear la mejor prenda, para que en doquier se aprenda su amor y su gran poder. Creó la tierra con placer y la cubrió con su cielo, que era como inmenso velo donde el sol podía correr.
Hizo la luna radiante con su lámpara de plata brillando con su luz alta. Formó estrellas cual diamante para alumbrar su semblante. Al cielo cubrió de encanto con un esplendor tan santo que hoy se ve con emoción y se admira con pasión capaz de inspirar un canto.
A la selva dio rumores y le entregó alas al viento para eterno movimiento. A las flores sus colores para expresar mil amores. Al pájaro dulces trinos para alegrar los caminos. Creó los mares con sus peces y la tierra con cipreses, envuelta en frutos divinos.
Pero Dios quería además culminar su obra maestra con un ser que fuera muestra de luz, belleza y demás, para expresar algo más. Que en toda la primavera lo más hermoso ella fuera. Y así comenzó a formar para darle envidia al mar lo más lindo de su esfera.
Creó la mejor escultura con su perfume de rosas entre sedas vaporosas. Le dio la dulce ternura a su sonrisa más pura… Y hoy todos pueden saber que Dios a ese lindo ser por su gracia y su belleza, su lozanía y su grandeza, le dio el nombre de MUJER.