La ilusión, los goles, las ganas de divertirse y, como no, de ganar. Todo esto es el Mundial. Pero la celebración del Día Internacional contra el Trabajo Infantil obliga a acordarse de la otra cara de la moneda: la de los niños que pierden la infancia cosiendo balones para esta gran industria que es el fútbol.
Los últimos datos de la Organización Internacional del Trabajo aseguran que 215 millones de niños en el mundo se ven obligados a trabajar. La cifra se redujo en un 3% entre 2004 y 2008, pero los avances resultan cada vez más lentos (fueron mayores en los cuatro años anteriores, con una reducción de 10 puntos), y la crisis económica amenaza con cebarse en este vulnerable sector.
Entre los devastadores efectos de la explotación infantil, las ONGs denuncian prejuicios para su desarrollo físico y emocional, así como interferencias irreparables en su educación.
Mucho de este trabajo infantil se concentraba en los 90 en la industria de los balones de fútbol, que adquiere ahora especial protagonismo con ocasión de la celebración del Mundial de Sudáfrica. Un informe publicado esta semana por el Foro Internacional de los Derechos Laborales (ILRF, por sus siglas en inglés), denuncia que, a pesar de que ha habido mejoras, la situación se mantiene en los países protagonistas de esta industria: Pakistán, India y China.
La mayoría trabajan a domicilio, cosiendo a mano los 12 pentágonos y 20 hexágonos de piel del balón reglamentario. Y lo hacen por salarios que, a menudo, se mantienen por debajo del mínimo estipulado en sus propios países.
En Pakistán, que en los años 90 concentraba el 75% de la producción mundial de balones de fútbol, y donde en el año 99 trabajaban al menos 7.000 niños de entre cinco y 14 años, un trabajador puede ganar unos 64 dólares al mes, mientras que sus gastos pueden fácilmente superar los 100. La cifra que cobran es dudosa porque, incluso cuando son mayores y llevan años trabajando con la industria, continúan trabajando bajo pedido y carecen de contratos que les aseguren un salario estable.
EL PROBLEMA NO ES NUEVO
Con ocasión de la Copa de la UEFA de 1996, las ONGs impulsaron una campaña para denunciar este tipo de situaciones. La presión mediática llevó a la industria deportiva a firmar con la OIT y UNICEF el llamado 'Acuerdo de Atlanta', mediante el cual se comprometían a 'limpiar' el sector.
A raíz de este escándalo social, el trabajo de menores en los centros industriales fue prácticamente erradicado, si bien continúa siendo una realidad entre los trabajadores a domicilio. Las ONGs denuncian, además, que la atención al trabajo infantil no debe hacer olvidar otros problemas que también afectan a las posibilidades de desarrollo de estos mismo niños: las condiciones laborales de sus padres.
"Es sorprendente cómo después de todos estos años los bajos salarios y otras violaciones de los derechos laborales siguen siendo la norma y no la excepción en esta industria", comenta Ineke Zeldenrust, de la Campaña Ropa Limpia (CRL) Internacional. "Al mismo tiempo que las y los fans de todo el mundo se emocionan por la llegada del Mundial, el público espera que la FIFA y la industria de los balones de fútbol cumplan con sus promesas."
UN LLAMAMIENTO A LA FIFA
La Campaña Ropa Limpia, en la que participan organizaciones sociales y sindicales de 14 países europeos, está pidiendo a la FIFA y a la industria fabricante de balones de fútbol que cumplan el conjunto de los compromisos adquiridos.
A través de la página web de la Campaña Ropa Limpia (CRL) www.ropalimpia.org se puede firmar la exigencia a la FIFA.
"Nuestra intención no es que se dejen de comprar balones, sino tender puentes con las empresas para que se establezcan códigos de conducta adecuados", explica Maite Garmendia, responsable de comunicación de la campaña en España