*No haga paradas ni pausas; el tiempo no regresa. Emprenda nuevos sueños, si es su deseo; culmine los que haya comenzado.
*Utilice ese maravilloso lubricante para la artrosis y las articulaciones que es el ejercicio físico, el movimiento.
*No deje que se le adormezcan las neuronas. Lea, discuta, intercambie opiniones.
*No crea que todo lo aprendió en la vida. Escuche y atienda a los demás, especialmente a los jóvenes. Sin pedantería, muéstreles que usted fue como ellos o muy parecido a ellos. Insinúeles que sin detenerse, inexorablemente, su tiempo tiende a alcanzar la misma dimensión por la que usted transita. De nuestros hijos aprendemos tanto o más que lo que nos dejaron por herencia nuestros padres y de lo que nosotros mismos descubrimos a los ojos de estos.
*No haga caso de quienes atribuyen colores inapropiados a nuestros últimos años. No hay viejos verdes. Siempre existe un tiempo para amar.
Déjese acompañar de ese sublime sentimiento mientras palpite su vida.
*Muestre sus años con orgullo, pero sin autosuficiencia.
*Disfrute con la añoranza de la felicidad pasada, pero no se ate a ella; constrúyala también durante el presente, búsquela en el futuro.
Y en una situación como la mía, cuando alguien del otro sexo cariñosamente lo llame abuelito (o abuelita), no se lamente por no poder tener con esa persona un contacto físico con las manos o alguna otra parte del cuerpo, solo sonríale y para sus adentros agradézcale a la vida lo que usted bien ha vivido.
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Fragmento: Justo Calvo Peinado