A veces, cuando los días se tornan pardos o grises, necesitamos de los verdes, rojos o azules para colorear la vida. Las flores nos aportan esa chispita de vida y ese toque de alegría que sólo sus brillantes pétalos saben dar. Nos hablan y nos miman desde sus quietos lugares, siempre dispuestas a mostrarse orgullosas de su propia belleza.
Azul para la amistad, amarillo para la alegría, blanco para la armonía y la pureza, rojo para la pasión…
Un color, un significado y tantas sensaciones. El lenguaje de las flores. Su lenguaje. Las necesitamos, para despertarnos, para creer en nosotros mismos, para levantarnos más fuertes, para clarificar nuestros pensamientos, para relajarnos, para apreciarnos un poco más, para respetarnos. Porque en su belleza radica su fuerza: la misma que nos aporta desde su calma.
Ábrete a la vida como ellas mismas hacen cada día. Muéstrate. Sé tú mismo. Y enorgullécete de ser quien eres.
Olvida tus miedos, porque dentro de tí siempre hay algo bello.
No estás sólo. No eres ningún bicho raro. Grítatelo cada día hasta que te convenzas, porque tú, como cada flor, eres particular… y único.