El Abnegado amor hacia los extranjeros
Recuerda lo que se siente cuando somos discriminados y nunca discriminemos a otros. Trata a los demás como familia
Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que more entre vosotros, y lo amarás como a tí mismo; porque extranjero fuisteis en la tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios.
En las eternas palabras de este texto, la Escritura claramente establece una guía definitiva sobre cómo interactuar con los extranjeros. El espíritu de estas enseñanzas recorre toda a Biblia. Dios espera que nos relacionemos con los extranjeros en un espíritu desinteresado, profundo, servicial y leno de amor cristiano.
Recuerda a su pueblo que ellos, quienes una vez fueron extranjeros en Egipto, debían más que nadie, tener presente lo que se sinte al ser tratados como extranjeros. La primera lección consiste en no olvidar cómo se sinte el rechazo y nunca dar lugar a ello.
Sus instrucciones sobre el tratamiento a extranjeros contradice lo que normalmente sucede en el mundo. El Señor dice que cuando un extranjero llega a nuestro hogar debe ser recibido como uno "que ha nacido entre ustedes", es decir, "como parte de la familia". Teniendo en cuenta que los judíos le daban gran importancia al linaje familiar, estas enseñanzas divinas ejercían un gran impacto sobre ellos.
Así se enfatizaba lo que representaba el ser extranjero a la vista de Dios. La segunda lección nos recuerda que toda la humanidad es una gran familia. Trata a los demás de esa manera.
Demos Shakarian
Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él 1 Juan 4:7-9
Juan pone aquí de manifiesto la fuente del amor en la naturaleza de Dios, tal cual se revela en la cruz. Los cristianos demuestran que son hijos de Dios a través de actitudes y acciones de sacrificio como las del mismo Jesús. Amados si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros (1 Juan 4:11)
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