En cierto momento de nuestro trabajo tuve que atender a una joven que no
atinaba saber que es lo que quería, lo que buscaba, mucho menos que hacer con
su vida. Pude notar que le era muy difícil mantener levantada la vista y la
cara.
Mientras conversábamos un poco le logré decir: "tú no eres capaz de
mantener en alto tu cabeza, si por lo menos empiezas a mirar las cosas, que
desde arriba se nos dan, podrás ver que las cosas a las que podemos aspirar
muchas veces no se encuentran en la tierra, sino que papá Dios, que nos ama,
nos la regala desde el cielo, para que sintiendo su cercanía, veamos que esas
cosas "sin importancia", nos resultarán más atrayente, porque vienen
impregnadas del amor que Dios nos tiene".
Uno no se puede imaginar el bien que podemos hacer a personas que buscan,
cuando las escuchamos y le tendemos una mano desinteresadamente.
Esta joven volvió la semana agradecida, porque estas sencillas breves le
levantaron el ánimo, así como el sentido de vivir. En señal de gratitud a ella
por sentir que le pude servir en algo es que escribo estas breves reflexiones.
Porque habrán muchos jóvenes como ella buscando que alguien le tienda una mano
amiga y unas palabras de aliento.
Una breve reflexión: Muchas veces nos apegamos a las cosas de la tierra,
olvidando levantar nuestra vista a lo alto del cielo para que esas pequeñas
cosas puedan verse grande y tener un sentido más atrayente, de modo que nos
vuelvan las motivaciones y sentido de realización de nuestra persona.