Respetemos la forma de ser de las personas,
en especial, las que más queremos,
pues ejercemos una especie de poder sobre ellos,
y corremos el riesgo de generarles cambios en su forma de ser,
cambios para agradarnos,cambios para evitar discusiones,
cambios aparentes, con los que, a la larga, no se sentirán ellos mismos,
y acabarán sintiéndose defraudados e infelices,
por creer, que tal cual son, no son amados.
Las personas somos un conjunto de piezas inseparables,
si no amamos el conjunto, la armonía del ser se tambalea,
tambaleando el vínculo que nos une a ellos.
(de la red,d/a)