Cada 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, por así haberlo declarado la Asamblea General de las Naciones Unidas, para sensibilizar a la población y poner freno a tantos atentados contra la naturaleza.
Desgraciadamente, esta conmemoración en ciertas zonas de la Bahía de Algeciras, no ha podido ser más nefasta, porque en las playas algecireñas hasta se han prohibido el baño, al estar manchadas de chapapote, a raíz de la explosión ocurrida hace unos días en el Puerto de Gibraltar en un depósito de combustible.
Habiendo aparecido según he leído en la prensa entre otros objetos y animales buitres leonados, tortugas y peces muertos en las orillas. A pesar de que las tareas de limpieza han sido muy extensas y exhaustivas.
Por otra parte, la climatología reinante en la zona no ha sido la más apropiada agravando la situación, porque el fuerte viento de Levante reinante en la zona, ha motivado que dicha contaminación de las aguas lleguen a estas orillas algecireñas con todo su rigor y virulencia. Porque es cuando el fuerte oleaje azota en esta zona.
Servidor de ustedes, estimados lectores, generalmente en la urbana playa de El Rinconcillo no me suelo bañar, salvo rara excepciones con vientos de Poniente que es cuando el agua está fría y más limpia. Y sólo acudo a El Rinconcillo a pasear o a contemplar algún hecho significativo. Ya que prefiero las playas tarifeñas para el baño y para disfrutar de la naturaleza, al no haber peligro de contaminación, gracias a que permanecen casi vírgenes, porque la mano negra del hombre, afortunadamente, no ha podido construir moles de hormigón y cemento como en otros litorales turísticos y no turísticos andaluces y españoles.
Así que, sobre este asunto la desidia, la dejadez e incompetencia de una gran parte de la plebe política y no política que nos mal gobiernan, la he dejado plasmada en bastantes de mis libros. Entre ellos en el poemario titulado: Cuando Respira el mar, subdividido de tres partes: Cuaderno del Rinconcillo, Amanecer en Punta Carnero y Aguas revueltas. Que consta de unos setenta poemas denunciando la caótica situación de nuestras playas y entorno natural. El que edité y publiqué totalmente libre e independiente de ataduras políticas y sociales, como es habitual en mí, y sin pedir ayudas públicas ni privadas para evitar tijeretazos.
Poemario, que creé durante muchos atardeceres cerca de las salvajes dunas a orillas de la desembocadura del río Palmones en la Playa de El Rinconcillo, a escasos metros de una multinacional de aceros y de la refinería de petróleo. Realmente, la suciedad y contaminación que hay en esa playa algunos días es alarmante, describiéndola en el poema titulado: Situación, que dice así:
Alquitrán de los barcos,/ plásticos, compresas y condones,/ arrastran las mareas a las playas./ Barcos veleros, petroleros, ferry,/ contenedores, grúas y sirenas./ Cadáveres en las orillas,/ un manto de hipocresía,/ cubre las miserias./ Aprieta el sol,/ la suciedad abunda,/ nadie mira la pus en las oscuras aguas/.
Créanme, que me duele mucho escribir esto, pero alguien lo tiene que hacer, porque los cantos de sirenas y las edulcoraciones milongueras no me van. Ya que me hiere mucho la penosa situación que sufrimos, así como la imagen que transmitimos al resto de las poblaciones más allá de nuestras lindes. Y a los escasos viajeros que se pierden equivocadamente o no determinados días por las playas algecireñas.
Por lo tanto, tantas flores enfangadas con la que soy impregnado diariamente, no me dejan ver la claridad del alba, porque es mucha la hipocresía existente en esta corrupta, paleta, adormecida y amembrillada sociedad española.
Porque, se preocupan de los programas rosas en los que airean si fulanita se ha tirado a menganito. Y, sin embargo, en algo vital como es la conservación del medio ambiente de su y nuestro entorno, les importa un pepino y enmudecen.
Causa, que me irrite tanto, hasta el punto que me lleven a escribir los siguientes versos, de diferentes poemas del referido poemario titulado: Cuando respira el mar, que dicen:
El dolor de las lágrimas de tu arena,/ rostro invisible tallado en la playa,/ sigue vivo ante los ojos que te destruyen,/ en la cárcel sin rejas donde agonizas./ Sí, a la libertad del hombre;/ no, al silencio tirano./ Fruta madura sobre el árbol podrido,/ Los concejales llevan flores a la Virgen del Carmen./Mientras las aguas mueren amargas,/y mis dedos, sangrando, se estremecen/.
El dolor de las lágrimas de tu arena, rostro invisible tallado en la playa, sigue vivo ante los ojos que te destruyen, en la cárcel sin rejas donde agonizas.
Sí, a la libertad del hombre; no, al silencio tirano.
Fruta madura sobre el árbol podrido, Los concejales llevan flores a la Virgen del Carmen Mientras las aguas mueren amargas, y mis dedos, sangrando se estremecen