Hacía mucho tiempo que no llovía. El cielo lucía un color azul intenso y el Sol grande, redondo, brillante, se sentía solo, no había ni una sola nube con la que hablar, hacía muchos días que las nubes no aparecían por el cielo. Cuando al anochecer antes de irse a dormir el Sol le dio un beso a su esposa la Luna le preguntó: - ¿Tú sabes que les pasa a las nubes? - Están en huelga. Se han cansado de bajar a los ríos por agua para luego soltarla, dicen que es un trabajo muy aburrido. Las nubes se habían marchado al País de las Brumas y allí se habían escondido, nadie las podría encontrar camufladas entre ellas. El Sol llamó a la Reina de las Hadas, había que solucionar el problema, las nubes estaban dejando de cumplir con su trabajo. - Tienen razón - dijo la Reina de las Hadas. - Su trabajo es aburrido. Organizaremos una fiesta para ellas. Y comenzaron los preparativos de la fiesta. Cuando todo estuvo listo llamaron a las nubes por sus nombres y poco a poco fueron abandonando el País de las Brumas y se acercaban al lugar de la fiesta. La pista de baile era un gran río que el Hada de las Nieves había helado para que pudieran bailar sobre él. El Sol y la Luna cada uno en un extremo les ofrecían sus rayos para que se adornaran con ellos. Algunas hadas sentadas sobre el Arco Iris tocaban instrumentos musicales. Las nubes muy contentas se pusieron a bailar. Tanto bailaron que el río se desheló y las nubes se empaparon de agua pero eran tan felices que no les importó. Regaron los campos de nuevo y le hicieron compañía al Sol. La Reina de las Hadas les prometió hacer una fiesta al menos una vez al año y...