Palo ya anciano
Lectura: Filemón 1:1-9
...siendo como soy, Pablo ya anciano, [...] te ruego por mi hijo Onésimo. —Filemón 9-10
Celebrar mis 60 años cambió realmente mi perspectiva de la vida; solía pensar que la gente sexagenaria era "vieja" Después, empecé a contar la cantidad de años de vida productiva que podrían quedarme y decidí que serían diez. Seguí pensando de esta forma, obcecadamente, hasta que recordé a un compañero que teía 85 años. Así que, lo busqué para preguntarle como había sido su vida después de los 60. Me contó sobre algunas de las maravillosas opotunidades de servicio que el Señor le había dado en los últimos 25 años.
El apóstol Pablo, al referirse a sí mismo como anciano" en Filemón 9, ciertamente razonaba con mi propio sentir sobre la edad: "...siendo como soy, Pablo ya anciano, [...] te ruego por mi hijo Onésimo (vv.9-10). Pablo estba pidiéndole a Filemón que volviera a recbir a su siervo Onésimo, que había huido. Algunos eruditos creen que el apóstol tenía alrededor de 50 años cuando escribió esto; sin duda, no era una persona de la tercera edad, según los parámetros actuales. Sin embargo, la expectativa de vida en aquellos tiempos era mucho menor. Aun así, a pesar de ser consciente de que ya era adulto, continuó sirviendo al Señor muchos años más.
Aunque experimentemos limitaciones físicas o de alguna otra clase, lo que realmente importa es que sigamos haciendo lo que podamos para que el Señor hasta que Él nos llame a nuestro hogar celestial.
H. Dennis Fisher
Dios todo lo que anhela es un corazón dispuesto a servirlo tu edad no importa... si estás dispuesto!
En los ancianos está la ciencia Y en la larga edad la inteligencia Job 12.12 Reconoce el valor de la sabiduría de quien tiene más edad. El sabio vive de acuerdo con las verdades que conoce sobre Dios, el mundo y sí mismo. Se acerca a Dios humilde y sinceramente, negándose a culparlo de cualquier error o adversidad de que sea víctima. Por tanto, el sabio está en condiciones de enfrentar y soportar el sufrimiento, en el conocimiento de que la mano amorosa de Dios prevalecerá al final. También el sabio conoce que aun cuando busquemos vivir rectamente, nuestra rectitud no puede ganarnos el favor de Dios. la gracia es un regalo no una concesión.
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