El Abandono

¿Me abandona Dios en los momentos difíciles?

Salmo 9:10 —Los que conocen tu nombre confían en ti, porque tú, oh Señor
no abandonas a los que te buscan.

Salmo 27:10 —Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
el Señor me mantendrá cerca.

Juan 13.14 —[Jesús dijo] Yo le pediré al Padre, y él les dará otro Abogado
defensor, quien estará con ustedes para siempre.

2 Corintios 4:9 —Somos perseguidos pero nunca abandonados por Dios.
Somos derribados, pero no destruidos.

Dios te busca siempre y trata de llamar tu atención. ¿Te das cuenta de Su presencia?
Si lo buscas de verdad, seguramente lo encontrarás, porque Dios nunca abandonará a
la persona que quiera relacionarse con Él. En los momentos difíciles, es posible que
algunos de tus amigos más cercanos te fallen, e incluso que te abandone, pero Dios
nunca lo hará. De hecho, tus dificultades pueden convertirse en el medio por el cual
busques a Dios más intensamente... y lo encontrarás junto a ti.

¿Hay algo que yo deba abandonar para tener una relación más estrecha con Dios?

Filipenses 3:8-10 [Pablo dijo] He desechado todo lo demás... Quiero conocer a
Cristo y experimentar el gran poder que lo levantó de los muertos.
¡Quiero sufrir con él y participar de su muerte!

Abandonar las cosas que te apartan de Dios es la mejor manera de asegurarte de
que no lo abandonarás a él. Si en tu vida hay algo que se interpone entre tú y
Dios, esfuérzate por librarte de eso, para que puedas tener una relación más
estrecha con Él. Si te aferras a un hábito pecaminoso. Cada vez te alejarás
más de Dios.

La promesa de Dios:
Dios ha dicho: Nunca te fallaré, Jamás te abandonaré
Hebreos 13.5

Ronald A. beers

Amado Padre, en el nombre de Tu Hijo Jesucristo te ruego que lloeves a tu
luz admirable todo lo que esté escondido en mi corazón, todo aquello que
pueda impedir que yo tenga una genuina relación contigo, anhelo estar todos
los días de mi vida contigo, alabarte, adorarte, exaltarte, glorificarte, darte todo
loor, gloria y honra con mis pensamientos, palabras y actos, te pido amado
Padre que la presencia del dulce Epíritu Santo me guie en tus sendas de
santidad y no permita que mis pies se aparten de tus veredas, que me redargüya
cuando cometa pecado y que me ayude a ponerme de inmediato a cuentas
contigo y con mis semejantes, para poderte servir con más amor y pasión
todos los días de mi vida para poder llegar a la meta a recibir mis vestiduras
blancas y poderme unir al coro celestial y a los veinticuatro ancianos como
a esas multitudes para alabarte y adorarte en espíritu y verdad, en el nombre
de Jesús, amén y amén