Querida Agenda tu mensaje me recordó este otro que recibí en mi correo hace un tiempo y creo encontrar en el un complemento más a tu reflexión:
“Que algo se haya muerto no significa que estés
muerto”.
Palabras más, palabras menos es una frase que extraje ayer viendo una película
(una comedia con algo de drama donde un autor de libros de autoayuda escribe y
da seminarios sobre cómo afrontar el dolor en situaciones de duelo). A medida
que avanza el filme se observa cómo el mismo protagonista lucha para superar
una gran pérdida.
“Que algo se haya muerto no significa que estés
muerto”.
Hay pérdidas que nos pueden marcar de un modo muy profundo.
Puede ser que algún ser querido ya no esté con nosotros. Un fallecimiento. Un
viaje hacia tierras lejanas. Una ruptura en la relación. Ese ser que tanto
queríamos hoy no está cerca de nosotros.
Quizá ya no disponemos del puesto de trabajo con el que nos identificamos toda
la vida. ¿Cómo reubicarse, por ejemplo, luego de treinta años en la misma
empresa? Un lugar, un rol, una tarea que nos definía, que marcaba nuestra
identidad. Si hoy no estoy haciendo “eso”, ¿quién soy?
Y, sin darnos cuenta, con esa pérdida, con esa
muerte… nos fuimos entregando a nuestra propia muerte. Sí, respiramos. Vamos.
Venimos. Algunos disimulan su muerte. Otros aunque quisieran ni tendrían las
fuerzas para ocultarla. Y también están los que encuentran un raro placer en el
dolor y cada día de su vida se encargan de recordarles a los demás cuán muertos
están.
No concebimos la vida con esta nueva realidad. Estuve a punto de corregir la
palabra “concebimos” en la frase anterior, pero me detuve. Quizá en el fluir de
mi escritura, casi sin darme cuenta, encontré un concepto: necesitamos concebir
una nueva forma de vida. Por supuesto, Dios es quien da la vida y quien da las
fuerzas. Pero nos ha dejado a Dios el poder de decisión: ¿Estamos dispuestos a
concebir una nueva vida más allá de lo que hemos perdido?
Claro, es cierto, el enojo no siempre nos
ayuda. Por momentos es enojo hacia los demás. Y luego ese sentimiento se vuelva
hacia nosotros y nos señala cruelmente con el dedo para que ahora sintamos la
culpa. ¿Sabes qué? Si no largamos todo ese enojo (sea hacia los demás o hacia
nosotros mismos), estaremos complicados. El enojo se lleva muy bien con la
“muerte”. Nunca entra en un combo con la vida. Son incompatibles. Por más que
pongamos motivación, garra, actitud, entrega… con enojo/culpa seguiremos en el
reino de la muerte.
Éste día lo hizo Dios. Tiene toda la
potencialidad para ser un día con vida. Por alguna razón seguimos vivos, pero
necesitamos tomar la decisión de “vivir como vivos”. Sé vivo. Vive como vivo.
El amor puede ser más fuerte que nuestros temores o nuestros enojos. Amigo, hoy
puedes volver a la vida. Deben existir personas a tu alrededor que están
esperando tu retorno. Pido a Dios que te haga llegar su vida en abundancia al
leer esta nota. El poder es de Dios. La decisión es tuya.
un abrazo