El valor de la serenidad
1- Serenidad es calma interior, sosiego, estabilidad de ánimo, dominio de uno mismo. La serenidad proporciona una fuerte energía vital.
2- La serenidad no es apatía, impasibilidad o dejadez.
3- La persona serena huye del activismo, es decir del afán de hacer mucho, pero sin dirección y sentido. Tampoco se deja llevar por la precipitación y los impulsos. Actúa después de pensar.
4-La serenidad va de la mano de la ponderación y de la objetividad. No hace tragedia de pequeños sucesos negativos. No dramatiza. Mira los sucesos con realismo, con ánimo positivo.
5- La persona serena conserva la calma sin desesperarse ni desanimarse. Enfrenta los problemas uno a uno, estudiando a fondo cada asunto y tomando alguna decisión. Después actúa con prontitud; de esa van desapareciendo los problemas.
6- Conviene dominar los sentimientos, lo cual supone encauzarlos y expresarlos debidamente. Cuando no es así, perdemos el control de las decisiones y de las acciones.
7- La ira y el rencor desestabilizan el corazón y producen amargura. Si no se corta a tiempo aparecerá el odio, pasión que daña al ser humano.
8- "Dame Señor la dicha y yo me encargaré de ser ecuánime", decía Tagore. Alegría interior, serenidad y ecuanimidad suelen ir unidas.
9- Serenidad para reprender. Serenidad al tomar decisiones complejas. Serenidad ante la injusticia. Serenidad, especialmente en momentos difíciles.
10- En últimas, la serenidad proviene de confiar en Dios, que nunca abandona a quien confía en Él.
11- La serenidad se va obteniendo conforme se vaya creciendo y madurando espiritualmente.
12- La serenidad no se aplica con gritos, rencores, angustias, temores, miedos, enojos, etc.