Los niños del mundo pobre, se les recluta para ser escudos, se les arma para ser guerreros, se les adoctrina para ser leones, y a cambio de pan, reciben odio, que les mutila la sonrisa del alma.
Los pobres niños del mundo rico, abandonados a sí mismos y a sus instintos del vicio, viven tan ociosos como vacíos, entre computadoras que hablan, pero no sienten, en una casa donde los padres viven cada uno a su manera, sin tiempo para sus hijos, sin deber educativo alguno, tan sólo el derecho a traerle una cosa cada día.
Ante preocupante atmósfera, dispongo y propongo, por orden del corazón, acorazado por el desorden, lo que sigue: Que al niño se le trate como niño, que los padres multipliquen el amor, y que el mundo divida los panes.
Porque… la familia debe ser para los niños, el primer latido de paz, y el mundo, el primer verso de amor