El desafío de la cruz es tan incómodo en el siglo veinte como lo fue en el siglo primero, y es tan pertinente hoy como nunca. Quizá nada sea más opuesto a nuestros instintos naturales que Su mandato no a resistir, sino a soportar sufrimiento injusto y a que venzamos el mal con el bien. La cruz nos insta a que aceptemos el daño y amemos a nuestros enemigos y dejemos el resultado a Dios. La muerte de Jesús es más que un ejemplo inspirador, sin embargo. De no serlo, mucho en la historia de los evangelios sería inexplicable. Hay frases extrañas, por ejemplo, en donde dice que Él daría ‘su vida en rescate por muchos’ y que había derramado su sangre –‘sangre de pacto’ la llamó Él—‘para el perdón de los pecados’. No hay redención en un ejemplo. Un patrón no garantiza el perdón. […] Necesitamos más que un ejemplo; necesitamos un Salvador. Un ejemplo puede despertar nuestra imaginación, avivar el idealismo y apuntalar nuestra decisión, pero no puede limpiar la contaminación de nuestros pecados pasados, traer paz a nuestra conciencia atribulada o reconciliarnos con Dios. […] Ninguna observancia religiosa o buenas obras que hagamos pueden jamás ganarnos el perdón. Sin embargo, muchas personas en el occidente pos-cristiano han caído presa de esta caricatura del cristianismo. Es comprensible, por ello, que no vean diferencia fundamental entre el evangelio cristiano y las religiones orientales. Consideran que toda religión es un sistema de mérito humano. ‘Dios ayuda a los que se ayudan’, sostienen. Pero no es posible reconciliar esta noción con la cruz de Cristo. Él murió para expiar nuestros pecados por la sencilla razón de que no podemos expiarlos nosotros mismos. Si pudiéramos hacerlo, su muerte expiatoria habría sido redundante. […] El mensaje de la cruz permanece en nuestros días como lo hizo en días de Pablo, necedad a los sabios y piedra de tropiezo a los que se justifican a sí mismos, pero ha traído paz a la conciencia de millones. […] Es nuestra sabiduría y consuelo; no nos interesa ningún conocimiento del mundo sino éste que el hombre ha pecado y Dios ha sufrido; que Dios se ha convertido en el pecado de los hombres y que los hombres son hechos la justicia de Dios. Todo cristiano puede hacer eco de estas palabras. Hay sanidad en Sus heridas, vida en Su muerte, perdón en Su dolor, salvación en Su sufrimiento.»*
Mantengamos nuestra confesión de fe inquebrantable en este nuevo año, de forma que las proyecciones financieras, diagnósticos médicos, profecías mayas, situaciones familiares y todo lo que atente contra nuestra fe no nos haga tropezar sino afirme nuestra convicción en un Dios Todopoderoso que envió a Jesús a salvarnos porque nos ama y tiene planes de bien para los que somos llamados conforme a Su propósito. ¡Feliz año 2012!
¡Bendiciones!
* Traducción libre de Basic Christianity por John Stott
RetPn la norma dee las palabras sanas que has oído de mí, e la fe y el amor en Cristo Jesús. —2 Timoteo 1:13
El apóstol Pablo sabía en quién creía, e instruyó al joven pastor Timoteo que "retuviera" la verdad que se le había enseñado (2 Timoteo 1:12-13). Nosotros también necesitamos aferrarnos a nuestra fe basada en la Biblia indefectible e inspirada por Dios. Lo que creemos acerca de Dios es más crucial que cualquier sentimiento que surja en nosotros por estar en la iglesia. Permanezcamos firmes en la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
Ministerio Mujeres en Victoria Somos siervas de Dios que trabajamos por la restauración integral del Cuerpo de Cristo y especialmente en la restauración de la mujer en todas las áreas.
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