EL VOLANTE
Hace poco, al andar en el carro manejando por ahí, un día con mucha neblina. Mi esposo iba batallando para conducir, pues él, está enfermo y la diabetes le ha afectado la vista, aparte de otros órganos; al ver la situación le repetía constantemente que se hubiera quedado en casa o que permitiera que manejara nuestro hijo. Pero… ¡no! terco a continuar hasta que cansado de mi insistencia, cedió a manejará nuestro hijo, se paso al asiento trasero muy molesto y empezamos a discutir. Mi hijo se estacionó en un lugar y me invito a bajarme, mi sobrino que nos acompañaba me dijo:
Ya no discuta con mi tío, aprenda que “el volante es de él”…
Esta frase me ha martillado varias veces en mi cabeza desde entonces…
“El volante” ¿cuántas veces nos hemos aferrado al “volante” de nuestra vida sin importarnos si equivocamos el camino?
Somos tan soberbios que no permitimos que nadie nos dirija con consejos, nos sentimos superiores y no cedemos, nos aferramos al “volante” de nuestra vida aunque nos estrellemos en obstáculos que muchas veces nos hacen cometer errores que marcan nuestro destino para siempre.
Nos creemos tan omnipotentes que no queremos perder el control de nuestra existencia no queremos ceder “el volante” de nuestros actos, de nuestra vida por miedo a perder el “PODER”…
Somos tan egoístas y soberbios que nos cuesta mucho renunciar al PODER, la avaricia nos nubla la razón impidiéndonos comprender que hay ciclos que cumplir y aprender a disfrutar, a ceder, a vivir con mas serenidad…
Hay que aprender que no somos eternos, que el tiempo nos vuelve vulnerables y débiles, que así como un tiempo protegimos, ayudamos vamos a necesitar que hagan lo mismo con nosotros.
Hay que ser lo suficientemente humildes e inteligentes para reconocer cuando hay que ceder “el volante”
Aracely Casas D.R.
Febrero 2, 2012