SECTAS SUICIDAS (3)
Continuamos hoy con este tema. La segunda secta que saltó a las páginas de la notoriedad por llevar a sus seguidores hasta la muerte en realidad no fue fundada por quien en ese entonces era su líder.
El 17 de agosto de 1959 nació en Houston, Texas, Vernon Wayne Howell. En torno a sus 19 años, se declaró nacido de nuevo, pasando primero por una iglesia bautista y luego por los Adventistas. En 1981 se mudó al condado McLennan, en el condado de Waco, Texas, para unirse a los Dadivianos, una secta que se escindió en 1955 de otra denominada la Vara de Dios (a su vez separada de los de los Adventistas en 1930).
Los Dadivianos tenían un rancho a unos 15 kilómetros de Waco, que era su sede principal, y que era denominado Centro Monte Carmelo. Para 1983, Howell empezó a afirmar que tenía el don de la profecía, y que era un profeta “con línea directa” con Dios. Hacia 1984 se hizo de un grupo de seguidores, junto a los cuales fue expulsado del rancho, yéndose a vivir con su grupo en remolques y carpas a unos 100 kilómetros de allí. En 1985 viajó a Palestina siguiendo una profecía que le había indicado que recibiría martirio en ese lugar, pero allí declaró haber tenido una visión por la cual supo que su martirio tendría lugar en el Monte Carmelo de Texas.
Fue por esa época que se cambió su nombre original por el de David Koresh, como sería conocido en adelante (oficializó el cambio en 1991). Al regresar, instauró un reino de dependencia absoluta a él, y pronto pasó a ser el líder de los Dadivianos.
Sus visiones apocalípticas lo llevaron a convertir el grupo en una especie de milicia atrincherada en el rancho. Las denuncias con respecto a una gran cantidad de armas en el lugar llevaron a la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos estadounidense a intervenir, pero dado que los agentes que se aproximaron al rancho fueron recibidos a tiros, se solicitó la intervención del FBI. En un confuso incidente, cuando el FBI pretendió ingresar a la fuerza al rancho, de pronto este se alzó en llamas, determinando la muerte de 54 adultos y 21 niños. Se pudo establecer que el fuego fue iniciado desde adentro, pero también se culpa al FBI porque, teniendo a su favor el tiempo (pudo mantener el asedio por meses, hasta encontrar una solución pacífica) prefirió acelerar las cosas, detonando el terrible desenlace.