SECTAS SUICIDAS (Final)
Terminamos hoy este tema, mencionando a otras sectas peligrosas menos famosas, pero en su momento también muy comentadas.
Verdad Suprema: esta secta escindida del budismo, en realidad no es suicida, pero sí provocó muertes. Fue fundada por Shk Asahara (nacido en 1955, en Kumamoto, Japón). El 20 de marzo de 1995 varios seguidores de la secta se introdujeron en vagones del metro de Tokio, con bolsas llenas de gas sarín, un agente neurotóxico mortal, las cuales perforaron justo antes de abandonarlos. El resultado fue la muerte de 13 personas y unos 6000 intoxicados. Después del atentado, la secta, que llegó a tener hasta 40 mil adeptos en el mundo, y unos 9 mil en Japón, recibió un fuerte repudio público. Del atentado, fueron acusados y sentenciados a muerte 12 de sus seguidores, además del propio Asahara, aunque a la fecha ninguna de las sentencias ha sido cumplida.
Movimiento para la Restauración de los Diez Mandamientos: Este grupo, fundado por la ex prostituta Credonia Mwerinde a principios de los años 90, en Uganda, cuyos miembros eran de diversas denominaciones cristianas, especialmente católicos descontentos con la Iglesia oficial. En su seno surgió la figura de Joseph Wibweteere, autoproclamado profeta, quien poco a poco fue convirtiéndose en líder de la secta.
Wibweteere anunció el fin del mundo para el 31 de diciembre de 1999, donde según él la historia se vería interrumpida. Como eso no ocurrió, declaró que se había equivocado en su cálculo, y que el verdadero día final de la historia sería el 31 de diciembre del 2000.
Como varios de sus seguidores, a instancias del presunto profeta, habían vendido sus posesiones y literalmente habían quedado desamparados, eso generó un descontento contra él y los líderes de la iglesia.
Con el supuesto fin de celebrar una semana de oración y un encuentro con la Virgen María, además de para discutir las disidencias, fueron citados un grupo de feligreses (en su mayoría mujeres y niños) al templo de la secta en Kanungu el 10 de abril de 2000. El 17 de abril, el templo sufrió varias explosiones, sin que los feligreses hubieran salido del mismo. Luego se descubrió que todos ellos habían sido asesinados, y no sólo ellos, sino varios semanas antes, hasta totalizar 330 personas, incluidos 78 niños, que aparecieron enterrados en el suelo y sótanos de la sede del movimiento.