LA VERDAD TRAS LOS CUENTOS (2)
Continuamos hoy revisando cuánto de real hay en los cuentos populares.
Caperucita Roja: Literariamente, se conocen dos versiones.
La más antigua fue la que escribió el francés Charles Perrault en 1697, recogiendo las tradiciones orales que sobre la historia cundían en casi toda Europa.
Su versión es bastante cruel, pues termina con Caperucita siendo invitada a cenar por el lobo, pero resulta que el banquete son partes de la abuela asesinada previamente (lo cual se adaptaba más al cuento tradicional).
Siglo y medio después, los hermanos Jacob y Wolhem Grimm retomaron la historia y la reformaron hacia la versión más conocida actualmente, incluyendo al leñador que mata al lobo y saca de su estómago a la abuela milagrosamente viva.
En ambos casos, el referente histórico tiene que ver con lo peligrosos que eran los caminos fuera de los poblados en la Edad Media y el Renacimiento, que eran realmente selva virgen.
Los lobos eran los más temidos, pues eran justo los depredadores que se encontraban en la cúspide de la cadena alimenticia en los bosques europeos, y entre sus víctimas incluían, por supuesto, a viajeros humanos solitarios.
El traje nuevo del emperador: es uno de los cuentos más queridos de Hans Christian Andersen, y relata cómo unos sastres engañan a un vanidoso emperador diciéndole que son capaces de crear un traje cuya tela es invisible para aquellos que fueran estúpidos o incapaces para ejercer su cargo.
El mismo emperador, claro, no podía ver la tela que presuntamente tejían, pero afirmaba que era hermosa, suave y tersa, por no darse a conocer como estúpido.
Lo mismo ocurrió con todos a su alrededor, y la cosa llegó a tanto que el emperador dispuso estrenar el traje en un gran desfile… y estando en el mismo, un niño dijo “pero si va desnudo”.
Y como los niños son inocentes, carecen de malicia y no mienten (bueno, al menos según el cuento) el emperador se dio cuenta de que había sido engañado.
El referente directo de la versión de Andersen es de tradición española, y aparentemente surgió como crítica durante el Siglo de Oro a la paranoia que surgió en contra de los “cristianos nuevos” judíos conversos al cristianismo, o sus descendientes), pues la historia original contaba que unos sastres vendían unos trajes que sólo eran visibles si quien los vestía era “cristiano viejo”.