MUERTES EXTRAÑAS
Keylin Soto me escribe lo siguiente: “En el canal Discovery hay una serie que trata sobre muertes curiosas que ocurrieron hace poco, pero ¿hay muertes de personajes históricos que sean igual de curiosas?”
Yo ya había escrito sobre este tema hace muchos años, pero no está de más actualizarlo.
Atila el Huno: Falleció en su noche de bodas. Era frugal al comer y beber, pero en aquella ocasión especial, se atiborró de comida y bebida. Se supone que este desacostumbrado equilibrio a su organismo, junto con posiblemente hipertensión, provocó que su nariz empezara a sangrar, y como estaba tan borracho que la sangre le bloqueó las vías respiratorias, ahogándose literalmente con su propia sangre.
Esquilo: El padre del teatro griego, según cuenta la leyenda, un día estaba escribiendo en un jardín y un águila confundió su calva con una piedra, lanzándole la tortuga que cargaba (método utilizado por esas aves para abrir el caparazón del reptil). Falleció casi instantáneamente, debido al impacto.
Sir Francis Bacon: Conocido por habernos legado el método científico, quiso comprobar si la nieve era capaz de conservar la carne, y en un día de nevada invernal enterró un pollo en una capa gruesa de nieve a la intemperie, pero se mantuvo comprobando la temperatura del ave sin entrar en su casa, por lo que pescó una neumonía que lo mató varios días después.
René Descartes: El gran filósofo no pudo negarse a la invitación de la princesa Cristina de Suecia para convertirse en su tutor y maestro. Pero la avidez de conocimiento de la princesa terminó matándolo, pues las clases eran prolongadas y solían terminar a altas horas de la madrugada, de modo que Descartes, al igual que Bacon, terminó pillando una neumonía que lo llevó a la tumba, apenas cinco meses después de su llegada a Estocolmo.
Tycho Brahe: Este danés, el más importante astrónomo de la era justo anterior al telescopio, célebre además por lucir una nariz de oro postiza (la propia la había perdido en un duelo a espada), falleció por ser demasiado educado: había olvidado orinar antes de un banquete, y el mismo se prolongó demasiado. Como era de mala educación levantarse de la mesa antes de terminar, y además bebió en demasía, al final su vejiga no aguantó, y literalmente reventó. Tuvo una muerte dolorosa, después de una agonía de varios días.
Continuamos mañana.