GENTE AZUL
Mario R. me escribe lo siguiente: “Hace poco vi en internet el caso de un señor que se puso una crema con plata en su fórmula y que por ello su piel se volvió azul. ¿Es el único caso de alguien con la piel azul?”
El individuo al que don Mario se refiere se llama Paul Karason, un cincuentón estadounidense que hace unos 15 años, atormentado por problemas cutáneos (tenía la piel muy clara y sensible, y llena de pecas) en lugar de buscar atención médica profesional, prefirió automedicarse con una solución con plata coloidal, que efectivamente estaba indicada para esos padecimientos al beberla (aunque no por la medicina “oficial”), pero que Karason sintió que no le estaba haciendo efecto, y tomó la nefasta decisión de aplicársela, como si de un ungüento se tratara, directamente a la piel. Sin percatarse, con el tiempo empezó a adquirir un tinte azul, hasta que efectivamente su piel quedó tan saturada de plata que ya el efecto es irreversible, una afección denominada Argiria.
Pero no fue el suyo el único caso. Stan Jones, candidato al Senado de los Estados Unidos para el periodo 2002-2006, también sufre de Argiria.
Es bastante llamativo el caso de una familia de Kentucky cuyos miembros nacían con la piel azul, de nacimiento. Todo comenzó, por lo que se sabe, con un inmigrante francés del siglo XIX, llamado Martín Fugate, que nació con un trastorno sanguíneo de origen genético, denominado methemoglobinemia, por la cual la sangre no logra transportar normalmente oxígeno a los tejidos, haciendo que ellos adquieran esa tonalidad azulada.
El gen que produce este efecto es recesivo, por lo que usualmente hubiera bastado con que Fugate se casara con cualquier dama para que su descendencia fuera “rosadita”… pero casualmente vino a casarse con una mujer pelirroja sumamente pálida, lo que indica que posiblemente también poseía una buena carga de genes recesivos (como suele ocurrir, por cierto, en el caso de los pelirrojos, dicho sea como dato objetivo, que conste) que permitieron que la condición pasara a la siguiente generación. De hecho, tuvieron siete hijos, y de ellos cuatro fueron azules.
Como si fuera poco, por su condición se aislaron en las montañas, provocando una endogamia que hizo que la gente azul de Kentucky persistiera hasta bien entrado el siglo XX, cuando por fin empezaron a casarse con parejas de fuera de su zona geográfica.