PARTÍCULA DE DIOS
Varios lectores me han pedido que explique cómo es ese asunto de la ahora célebre “partícula de Dios”.
Empecemos por aclarar que el nombre científico de la partícula de marras es “bosón de Higgs”, y el denominativo popular por el que se la conoce no tiene ninguna connotación teológica, a pesar de que posteriormente a su aparición han surgido ríos de especulaciones, incluso místicas, sobre cómo esta partícula sería una especie de explicación por la cual la ciencia por fin puede relacionar la Creación como relato divino con la creación del universo según la Física.
Sin embargo, en su origen, lo ocurrido fue que el ganador del Premio Nobel, Leo Lederman, pensó en escribir un artículo sobre la física de partículas, y al concentrarse en el bosón de Higgs, refiriéndose a cuán difícil resulta detectarla, la denominó “The Goddamn Particle” (en español, “La Partícula Maldita”), pero el editor de la publicación decidió que sería más atractivo recortar el nombre a The God Particle (“La Partícula de Dios”). Así de simple.
Ahora bien, ¿qué es el bosón de Higgs y por qué ha sido tan difícil de detectar?
Pues bien, sabemos que la materia se conforma de átomos.
Los mismos están formados por neutrones, protones y electrones. Pero en el caso de los protones y neutrones, no estamos ante partículas elementales, porque los mismos están conformados por las auténticas partículas elementales (las que no pueden subdividirse más), los quarks.
Existen seis tipos de quarks, denominados con nombres un tanto pintorescos: quark arriba, quark abajo, quark encanto, quark extraño, quark cima y quark fondo (por qué se les llama así es otra larga historia).
Así pues, el protón está constituido por dos quarks arriba y uno abajo, mientras que el neutrón se conforma exactamente al contrario.
El electrón, en cambio, sí es una partícula elemental, pues al igual que los quarks no puede ser subdividido en otras partículas más pequeñas.
El problema que ha intrigado a la Física durante décadas con referencia a las partículas elementales, es que el electrón tiene una masa 350 mil veces menor a la de un quark, y aunque se tenían explicaciones elegantes para resolverlo, ninguna era demostrable.
Es aquí donde entra el bosón de Higgs, pero de eso hablaremos mañana.