EL MUCHACHO DE LA CARA PARTIDA
Un lector que no quiere que conste su nombre (y pienso que con razón) me escribe lo siguiente: “Hace un tiempo vi un video muy feo, donde se veía a un clavadista que pegaba su cabeza en un borde de un puente y luego se le veía en el hospital, consciente y con su cara partida en dos, mientras el médico trataba de juntar las dos mitades. ¿Ese video es cierto o es uno de esos que llaman ‘fake’?”
La verdad no es muy de mi gusto abordar temas que incentivan el morbo, pero tampoco creo correcto que una inquietud válida, como esta, yo la deje sin contestar.
Empecemos con datos sobre el video: fue tomado en junio de 2009, en un puente ubicado en Beirut, Líbano.
El lugar concreto es una calzada conocida como “Manara”, justo enfrente de la Universidad de Beirut y dando en una especie de estero marino, y que es un lugar muy popular entre los jóvenes para probar sus habilidades como clavadistas.
El borde de esa calzada tiene, a unos tres metros, un reborde metálico que sobresale, y que en condiciones normales es fácilmente rebasable al saltar.
De hecho, se ve que un clavadista se lanza de primero sin problemas, pero el segundo se resbala justo cuando va a impulsarse y por ello su salto se descompone y su rostro impacta contra el reborde.
La segunda parte del video es como la cuenta el lector que me consulta.
Aunque hubo versiones que denegaron la veracidad del video (especialmente la segunda parte, que se dijo que más bien eran tomas de un intento de suicidio fallido por arma de fuego), hoy se sabe que desgraciadamente ambas secuencias son verídicas.
De hecho las autoridades de Beirut certificaron la autenticidad de las imágenes, e incentivaron su divulgación en un afán de disuadir a futuros intrépidos que quisieran jugar de valientes realizando clavados en ese sitio.
No he podido averiguar el nombre del adolescente que sufrió tan triste suerte, pero sí que la magnitud de sus heridas superó toda posibilidad de tratamiento.
Ni siquiera en un hospital con el mejor cirujano plástico habrían podido recomponer tal lesión, y de hecho, a pesar de que los médicos libaneses (que están entre los más hábiles del Medio Oriente) hicieron lo posible para mantenerlo vivo mientras buscaban una solución a sus heridas, el muchacho no soportó y falleció a los dos días. Triste, de verdad.