Segunda anécdota
En un pueblo grupo de personas se divertía a
costa de un pobre hombre, que vivía de pequeñas dádivas y limosnas. Diariamente
ellos llamaban al hombre al bar donde se reunían y le ofrecían
escoger entre dos monedas: una de 100 bolívares y otra de 500 bolívares.
Él siempre escogía la menos valiosa, lo que era
motivo de risas para todos.
Cierto día, uno de los miembros del grupo le
llamó y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda menor valía
menos.
- Lo sé, respondió, ella vale cinco veces
menos, pero el día que escoja la otra, el jueguito se acaba y no voy a ganar más
mi moneda.
Se pueden sacar varias conclusiones de esta
pequeña historia.
1) Quién parece bobo, no siempre
lo es.
2) ¿Cuáles eran los verdaderos
bobos de la historia?
3) Si tú fueses ambicioso, acabarías cortando
tu fuente de ingresos.
Pero la conclusión más interesante es quizás la
siguiente: La percepción de que podemos estar bien, aún cuando los otros no
tengan una buena opinión sobre nosotros mismos. Por lo tanto, lo que importa no
es lo que piensan de nosotros, pero sí, lo que realmente somos.
El mayor placer de un hombre inteligente es
aparentar ser bobo, delante de un bobo que aparenta
ser inteligente.