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De: Tatiana (Mensaje original) |
Enviado: 30/03/2010 01:06 |
No le des conciencia a la nostalgia, La desesperación y el juego. Pensarte
y no verte Sufrir en ti y no alzar mi grito Rumiar a solas, gracias a ti,
por mi culpa, En lo único que puede ser Enteramente pensado Llamar sin
voz porque Dios dispuso Que si Él tiene compromisos Si Dios mismo le
impide contestar Con dos dedos el saludo Cotidiano, nocturno,
inevitable Es necesario aceptar la soledad, Confortarse hermanado Con
el olor a perro, en esos días húmedos del sur, En cualquier regreso En
cualquier hora cambiable del crepúsculo Tu silencio Y el paso indiferente
de Dios que no ve ni saluda Que no responde al sombrero enlutado Golpeando
las rodillas Que teme a Dios y se preocupa Por lo que opine, condene,
rezongue, imponga. No me des conciencia, grito, necesidad ni orden. Estoy
desnudo y lejos, lo que me dejaron Giro hacia el mundo y su secreto de
musgo, Hacia la claridad dolorosa del mundo, Desnudo, sólo,
desarmado bamboleo mi cuerpo enmagrecido Tropiezo y avanzo Me acerco
tal vez a una frontera A un odio inútil, a su creciente miseria Y tampoco
es consuelo Esa dulce ilusión de paz y de combate Porque la lejanía No
es ya, se disuelve en la espera Graciosa, incomprensible, de ayudarme A
vivir y esperar. Ningún otro país y para siempre. Mi pie izquierdo en la
barra de bronce Fundido con ella. El mozo que comprende, ayuda a esperar,
cree lo que ignora. Se aceptan todas las apuestas: Eternidad, infierno,
aventura, estupidez Pero soy mayor Ya ni siquiera creo, En romper
espejos En la noche Y lamerme la sangre de los dedos Como si la hubiera
traído desde allí Como si la salobre mentira se espesara Como si la
sangre, pequeño dolor filoso, Me aproximara a lo que resta vivo, blando y
ágil. Muerto por la distancia y el tiempo Y yo la, lo pierdo, doy mi
vida, A cambio de vejeces y ambiciones ajenas Cada día más antiguas,
suciamente deseosas y extrañas. Volver y no lo haré, dejar y no
puedo. Apoyar el zapato en el barrote de bronce Y esperar sin prisa su
vejez, su ajenidad, su diminuto no ser. La paz y después, dichosamente, en
seguida, nada. Ahí estaré. El tiempo no tocará mi pelo, no inventará arrugas,
no me inflará las mejillas Ahí estaré esperando una cita imposible, un
encuentro que no se cumplirá.
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De: Tatiana |
Enviado: 02/01/2013 22:53 |
La paz y después, dichosamente, en
seguida, nada. Ahí estaré. El tiempo no tocará mi pelo, no inventará arrugas,
no me inflará las mejillas Ahí estaré esperando una cita imposible, un
encuentro que no se cumplirá.
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