ALLÍ termina todo y no termina: allí comienza todo: se despiden los
ríos en el hielo, el aire se ha casado con la nieve, no hay calles ni
caballos y el único edificio lo construyó la piedra. Nadie habita el
castillo ni las almas perdidas que frío y viento
frío amedrentaron: es sola allí la soledad del mundo, y por eso la
piedra se hizo música, elevó sus delgadas estaturas, se levantó para
gritar o cantar, pero se quedó muda. Sólo el viento, el látigo del
Polo Sur que silba, sólo el vacío blanco y un sonido de pájaro de
lluvia sobre el castillo de la soledad.
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