Señor, que estás en los cielos,
en la tierra y en mi casa,
Señor, tú que me conoces
transparente como el agua
alzo hasta ti mi plegaria
desde el fondo de mi alma.
Sabes que me siento sola,
que está cansada mi espalda,
que existen penas y angustias,
dame sólo una esperanza.
Tú conoces mis temores;
sólo tú me darás calma.
Hay días que yo quisiera
que esto pronto terminara
y luego miro a mis hijos
y luego digo, mañana
y cuando miro a sus ojos
te veo a ti en sus miradas.
Pero pienso en el camino
en lo difícil, que cansa.
Yo no soy más que una balsa
que en tus mares navegara,
que agradece día a día
ver la sonrisa en sus caras.