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REFLEXIONES: LA ALEGORIA DEL CARRUAJE.-bucay
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De: Tatiana (Mensaje original) |
Enviado: 26/01/2013 22:41 |
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- 8. Un último acto de amor para librarlo de sus temores de otros tiempos...
Cuentan que el rey se levantó y que con sus propias manos cavó en el jardín,
bajo su ventana, una tumba para su amigo, el mago. Enterró allí su cuerpo y el
resto del día se quedó al lado del montículo de tierra, llorando como se llora
ante la pérdida de los seres queridos. Y recién entrada la noche, el rey volvió
a su habitación. Cuenta la leyenda... que esa misma noche... veinticuatro horas
después de la muerte del mago, el rey murió en su lecho mientras dormía...
quizás de casualidad... quizás de dolor... quizás para confirmar la última
enseñanza del maestro. LA ALEGORIA DEL CARRUAJE Un día de octubre, una voz
familiar en el teléfono me dice: -Salí a la calle que hay un regalo para vos.
Entusiasmado, salgo a la vereda y me encuentro con el regalo. Es un precioso
carruaje estacionado justo, justo frente a la puerta de mi casa. Es de madera de
nogal lustrada, tiene herrajes de bronce y lámparas de cerámica blanca, todo muy
fino, muy elegante, muy "chic". Abro la portezuela de la cabina y subo. Un gran
asiento semicircular forrado en pana bordó y unos visillos de encaje blanco le
dan un toque de realeza al cubículo. Me siento y me doy cuenta que todo está
diseñado exclusivamente para mí, está calculado el largo de las piernas, el
ancho del asiento, la altura del techo... todo es muy cómodo, y no hay lugar
para nadie más. Entonces miro por la ventana y veo "el paisaje": de un lado el
frente de mi casa, del otro el frente de la casa de mi vecino... y digo: "¡Qué
bárbaro este regalo! "¡Qué bien, qué lindo...!" Y me quedo un rato disfrutando
de esa sensación. Al rato empiezo a aburrirme; lo que se ve por la ventana es
siempre lo mismo. Me pregunto: "¿Cuánto tiempo uno puede ver las mismas cosas?"
Y empiezo a convencerme de que el regalo que me hicieron no sirve para nada. De
eso me ando quejando en voz alta cuando pasa mi vecino que me dice, como
adivinándome: -¿No te das cuenta que a este carruaje le falta algo? Yo pongo
cara de qué-le-falta mientras miro las alfombras y los tapizados. -Le faltan los
caballos - me dice antes de que llegue a preguntarle. Por eso veo siempre lo
mismo -pienso-, por eso me parece aburrido. -Cierto - digo yo. Entonces voy
hasta el corralón de la estación y le ato dos caballos al carruaje. Me subo otra
vez y desde adentro les grito: -¡¡Eaaaaa!! El paisaje se vuelve maravilloso,
extraordinario, cambia permanentemente y eso me sorprende. Sin embargo, al poco
tiempo empiezo a sentir cierta vibración en el carruaje y a ver el comienzo de
una rajadura en uno de los laterales. Son los caballos que me conducen por
caminos terribles; agarran todos los pozos, se suben a las veredas, me llevan
por barrios peligrosos. Me doy cuenta que yo no tengo ningún control de nada;
los caballos me arrastran a donde ellos quieren. Al principio, ese derrotero era
muy lindo, pero al final siento que es muy peligroso. Comienzo a asustarme y a
darme cuenta que esto tampoco sirve. En ese momento veo a mi vecino que pasa por
ahí cerca, en su auto. Lo insulto: -¡Qué me hizo! Me grita:-¡Te falta el
cochero! -¡Ah! - digo yo. Con gran dificultad y con su ayuda, sofreno los
caballos y decido contratar un cochero. A los pocos días asume funciones. Es un
hombre formal y circunspecto con cara de poco humor y mucho conocimiento. Me
parece que ahora sí estoy preparado para disfrutar verdaderamente del regalo que
me hicieron. Me subo, me acomodo, asomo la cabeza y le indico al cochero a dónde
ir. Él conduce, él controla la situación, él decide la velocidad adecuada y
elige la mejor ruta. Yo... Yo disfruto el viaje. "Hemos nacido, salido de
nuestra casa y nos hemos encontrado con un regalo: nuestro cuerpo. A poco de
nacer nuestro cuerpo registró un deseo, una necesidad, un requerimiento
instintivo, y se movió. Este carruaje no serviría para nada si no tuviera
caballos; ellos son los deseos, las necesidades, las pulsiones y los afectos.
Todo va bien durante un tiempo, pero en algún momento empezamos a darnos cuenta
que estos deseos nos llegaban por caminos un poco arriesgados y a veces
peligrosos, y entonces tenemos necesidad de sofrenarlos. Aquí es donde aparece
la figura del cochero: nuestra cabeza, nuestro intelecto, nuestra capacidad de
pensar racionalmente. El cochero sirve para evaluar el camino, la ruta. Pero
quienes realmente tiran del carruaje son tus caballos. No permitas que el
cochero los descuide. Tienen que ser alimentados y protegidos, porque... ¿qué
harías sin los caballos? ¿Qué sería de vos si fueras solamente cuerpo y cerebro?
Si no tuvieras ningún deseo, ¿cómo sería la vida? Sería como la de esa gente que
va por el mundo sin contacto con sus emociones, dejando que 8
- 9. solamente su cerebro empuje el carruaje. Obviamente tampoco podés
descuidar el carruaje, porque tiene que durar todo el proyecto. Y esto implicará
reparar, cuidar, afinar lo que sea necesario para su mantenimiento. Si nadie lo
cuida, el carruaje se rompe, y si se rompe se acabó el viaje..."
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De: Tatiana |
Enviado: 29/01/2013 00:43 |
. solamente su cerebro empuje el carruaje. Obviamente tampoco podés
descuidar el carruaje, porque tiene que durar todo el proyecto. Y esto implicará
reparar, cuidar, afinar lo que sea necesario para su mantenimiento. Si nadie lo
cuida, el carruaje se rompe, y si se rompe se acabó el viaje...
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