Elegía
para nosotros
Erguida en
tu silencio y en tu orgullo,
no sé con qué señor que te enamora,
comentas
a manera de murmullo:
¡Mirad ese es el hombre que me adora!
Yo paso
como siempre, absorto,... mudo,
y tú nerviosamente te sonríes,
sabiendo
que detrás de mi saludo,
te ahondas y después te me deslíes.
Yo sé que
ni te busco, ni te sigo,
que nada te mendigo, ni reclamo,
comento, nada
más con un amigo:
"Esa es la mujer que yo más amo".
Yo sé que mi
cariño recriminas,
es claro tú no entiendes de esas cosas,
qué sabe del
perfume y las espinas,
quien nunca estuvo al lado de las rosas.
Tú
sabes que jamás suplico nada,
y me sabes cautivo de tus huellas,
que vivo
en la región de tu mirada,
y comparto contigo las estrellas.
Un día
nos veremos nuevamente,
y es lógico que bajes la cabeza,
tendrás muchas
arrugas en la frente,
y el rostro entristecido y sin belleza.
Serás
menos sensual en la cadera,
tus ojos no tendrán aquel hechizo,
y aún
murmuraré- ¡Si me quisiera!
tú sólo pensarás: ¡Cuánto me quiso!