Amor
Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte
la leche
de los senos como de un manantial,
por mirarte y sentirte a mi lado, y
tenerte
en la risa de oro y la voz de cristal.
Por sentirte en mis venas
como Dios en los ríos
y adorarte en los tristes huesos de polvo y
cal,
porque tu ser pasara sin pena al lado mío
y saliera en la estrofa
--limpio de todo mal--.
¡Cómo sabría amarte, mujer cómo sabría
amarte,
amarte como nadie supo jamás!
Morir y todavía
amarte más.
Y
todavía
amarte más.
Pablo Neruda