La vida es como un gran juego, muchos son los que la juegan, otros no pueden porque son incalificables en sus principios en su respeto así mismo.
Hay que aprender a expresarnos, para no igualarnos a quien se expresa de manera inusual.
Cuándo se abre el verdadero sentimiento se da confianza aunque no todos responden a ella de buena fe.
Los sentimientos no pueden ser cambiables como las fachadas de las casa, ni como el cambio de ropas que nos hacemos, cuándo sintamos hagámoslo para sentir y no empleemos armas sucias, ni mentiras pues tarde o temprano las cosas hechas salen a la luz.
Una verdad admitida en su momento, no puede ser un reproche después.