Humanidad acuática
Jueves 30 de Mayo del 2013
Por:
Por: Ronny Ugarte Quirós.
Venimos abordando la hipótesis de que los seres humanos tuvimos alguna vez antepasados acuáticos, en contraposición de la idea “oficial” (que reza que tuvimos antepasados que vivieron en las sabanas) para explicar el que seamos lampiños, con una capa de grasa uniforme bajo la piel, y bípedos.
Como explicamos antes, la hipótesis acuática ha sido sistemáticamente ignorada por la antropología académica, a pesar de que la hipótesis de la sabana ha venido siendo refutada por la evidencia fósil, que nos dice que en realidad nunca hubo un ancestro nuestro que viviera en un entorno distinto al de espesos bosques y selvas. Lo curioso es que nunca se propuso una explicación que llenara ese vacío adicional a la acuática, sino simplemente la comunidad científica “lo dejó así”.
Eso demuestra que no siempre la ciencia y los científicos son objetivos y que, con frecuencia, pueden ser hasta mezquinos. Y es triste, porque ello ha evitado que la hipótesis acuática sea estudiada con seriedad, a pesar de que explica de manera muy acertada todas las características de la piel lampiña y una capa de grasa uniforme, que resultan ser propias no sólo de nuestra especie, sino de todas aquellos mamíferos que han tenido antepasados acuáticos y actualmente son terrestres como elefantes, rinocerontes e hipopótamos.
Pero además explica bien otras dos características en las cuales la hipótesis de la sabana no acierta del todo. El bipedalismo es relacionado, en la misma, con el hecho de dar una ventaja para otear a los depredadores. Sin embargo, muchos animales de la sabana siguen sobre sus cuatro patas, y lo más que hacen es levantarse sobre sus cuartos traseros en algunos casos (como los suricatas) para vigilar, pero no para desplazarse (porque es un medio de locomoción que gasta demasiada energía). Los grandes simios son cuadrúpedos, y se levantan sobre sus piernas de vez en cuando, pero las únicas ocasiones en que caminan efectivamente de forma bípeda… es cuando están sumergidos en el agua. ¿No indica eso algo?
Y hay una característica nuestra que no explica del todo la hipótesis de la sabana, pero la acuática sí: el que podamos hablar depende de nuestra capacidad para controlar la respiración… algo que es privativo, adivinen, de los mamíferos acuáticos.