Hechos “históricos”
Jueves 06 de Junio del 2013
Por:
Por: Ronny Ugarte Quirós.
Siguiendo con la temática que iniciamos ayer, hoy quiero ofrecerles casos de datos históricos que se dan por ciertos pero en realidad no lo son. Veamos.
Los cuernos de los vikingos: para empezar, eso que llamamos “vikingos” son en realidad una serie de etnias propias del bajo medievo y del norte de Europa que no constituían una nación, y en ocasiones eran francas enemigas entre sí. No todas eran marineras ni su ocupación principal era el saqueo, al estilo de los piratas (de hecho, la mayoría tenía vocación más bien agrícola, ganadera y comercial).
Y en cuanto al famoso casco con cuernos, eso fue más bien un error arqueológico: cuando se descubrieron enterramientos vikingos a principios del siglo XIX, se desenterraron cascos metálicos junto a cuernos vacunos vacíos por dentro y se llegó a la conclusión equivocada de que esos cuernos habían estado unidos a los cascos, pero se habían despegado con el tiempo.
Además una serie de dibujos llamada “Vicky el vikingo” popularizó la imagen del casco con cuernos. Pero luego se comprendió que los cuernos vacíos habían sido puestos allí para que el difunto bebiera cerveza y vino en el más allá, así que con toda probabilidad ningún vikingo cubrió su cabeza con cornamentas.
Gutenberg inventó la imprenta: mucho antes de que Johannes Gutenberg tuviera la genial idea de crear un sistema de impresión con tipos de metal y además móviles (origen de todos los sistemas de impresión modernos, y que fue su gran aporte histórico) había otros sistemas de impresión como las xilografías (que utilizaban planchas de madera) y los sellos.
Pero todos esos sistemas tenían el problema de que no podían producir demasiadas copias, primero porque era engorroso crear las planchas y estas se desgastaban muy rápido, y segundo porque no permitían la reproducción de libros completos, precisamente por no poder tallarse tantas planchas de madera.
Los monjes que copiaban libros en la Edad Media, antes de la imprenta de Gutenberg, eran unos sabios muy estudiosos: muy por el contrario, la mayoría de ellos eran analfabetos y se les escogía para esa tarea justo por eso, porque así no podían entender lo que estaban copiando. Para ellos era como dibujar y de hecho se les valoraba precisamente por su habilidad como ilustradores y copistas.