Juego de tronos
Empecemos por el largo invierno que se presenta luego de un largo tiempo entre inviernos, que además se presenta de modo irregular.
Martes 11 de Junio del 2013
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Por: Ronny Ugarte Quirós.
Johnny Mora me escribe lo siguiente: “He leído los libros, estoy viendo la serie de televisión “Juego de tronos” y me interesaría saber si sería posible en el mundo real dos cosas que físicamente me parecen imposibles: los inviernos largos que se presentan cada década o algo así y el gran muro de hielo”.
Para ambas preguntas la respuesta es negativa.
Está claro que estamos hablando de un planeta distinto al nuestro, y esa es la primera dificultad, si nos atenemos a la pura realidad: es totalmente imposible que se desarrolle una especie exactamente igual a la nuestra en otro planeta, y mucho menos el resto de las especies de plantas y animales. Pero en un afán de continuar con el tema, olvidemos ese obstáculo inicial.
Empecemos por el largo invierno que se presenta luego de un largo tiempo entre inviernos, que además se presenta de modo irregular (recordemos que los habitantes de ese mundo no saben nunca cuánto va a durar el tiempo sin invierno, ni cuánto va a durar el invierno siguiente).
Si la saga hubiera planteado periodos regulares de frío y calor, la cosa hubiera sido más simple, pues todo indicaría que se trataba de un planeta cuya órbita fuera mucho más achatada en su elíptica que la que tiene la Tierra (que es casi circular). Con ello se podría explicar fácilmente que lo que ocurre es que durante la época caliente el planeta se encontraría en su punto más cercano a su sol, mientras que el invierno o tiempo frío, que sería más prolongado, se presentaría cuando la órbita estuviera lejos. Sería concebible entonces un periodo orbital de digamos 20 años, con 5 años de calor, 5 años de enfriamiento, 5 años de invierno y 5 años de calentamiento, en promedio.
Pero al plantearse una alternancia irregular de periodos fríos y cálidos, y casi sin transición entre ambos, la única solución posible sería una estrella que sea inestable en su brillo, sea por ella misma o porque algún obstáculo hace que la luz que envía disminuya.
En el primer caso, el problema sería que una estrella así no permitiría un ambiente lo suficientemente estable en un planeta como para que la vida evolucionara hasta el nivel de desarrollar una civilización, ni siquiera posiblemente seres multicelulares, así que no habría razón para la existencia de todo un mundo medieval.
En el segundo, no hay por ahora ningún fenómeno celeste conocido que sea capaz de ocultar la luz de un sol durante periodos de años, a menos que derive en una extinción en masa.
Continuamos mañana.