Sistema inmunológico
Una toxina “equis” entra en el organismo, y por como está formada su molécula, tiene precisamente una forma que se asemeja a las ventanitas triangulares de las células, y entonces el oxígeno empieza a adherirse a las moléculas de la toxina.
Sábado 15 de Junio del 2013
Por: Ronny Ugarte Quirós.
He aquí una columna rescatada de la ceveteca a petición, como suelo hacer los sábados: “¿Qué es el sistema inmunológico?”
El sistema inmunológico es básicamente el conjunto de defensas que tiene nuestro organismo para repeler, controlar o destruir cualquier cuerpo o germen que pudiera causarle daño o enfermarle.
Esta línea de defensa está conformada primariamente por proteínas (que funcionan como “llaves”, que al reconocer una sustancia nociva se unen a ella como lo haría una llave a una cerradura, bloqueándolas) que son lo que llamamos comúnmente anticuerpos, aunque el nombre correcto es “antígenos”.
Me explico (o trato): imaginemos que para que una célula pueda intercambiar el oxígeno lo hace a través de unas “ventanitas” de forma triangular. La molécula de oxígeno tiene forma triangular (es un ejemplo, en la realidad no es así, pero como imagen vale) y por tanto “sabe” que debe pasar dentro de la célula porque “detecta” esas ventanitas triangulares abiertas. Una toxina “equis” entra en el organismo, y por como está formada su molécula, tiene precisamente una forma que se asemeja a las ventanitas triangulares de las células, y entonces el oxígeno empieza a adherirse a las moléculas de la toxina. ¿El resultado? Las células empiezan a recibir cada vez menos oxígeno.
Pero si el cuerpo ya ha tenido contacto con esa toxina anteriormente, se ha preparado creando proteínas antígenas que por su forma calzan exactamente con las moléculas de la toxina invasora, y se “apresuran” a ocupar el lugar del oxígeno, “sellando”, por decirlo así, las moléculas nocivas, y permitiendo que el oxígeno continúe llegando a las células.
Otros antígenos más bien sirven como centinelas: entre todos tienen la clave de todas las “ventanitas” de las células del cuerpo, y cuando un objeto extraño entra al organismo, detectan que sus “ventanitas” son distintas, y determinan que son potencialmente peligrosos, de modo que lo atacan.
Además del arsenal químico, hay diversas células especializadas en enfrentar gérmenes y otros elementos patógenos (alertados precisamente por los anticuerpos), y además hay barreras físicas de gran tamaño (piel, mucosas, pestañas, pelo) que sirven de primera línea de defensa, pues dificultan la entrada de elementos peligrosos al cuerpo.