Por: Ronny Ugarte Quirós.
He aquí una columna que rescato de la ceveteca, como a veces hago los sábados, a petición. Fue una pregunta que me hizo en su momento Edison Mejía: “Hola, soy un fiel lector de tu columna y te tengo una pregunta,¿cual era la escritura que el papa sabe de su existencia pero la iglesia no la ha querido aceptar, esto lo vi en una película basada en hechos reales llamada ‘stigmata’, no se que me puedes decir tú de esto.”
En esa película se establece la premisa de que se puede ser salvo sin necesidad de ser religioso, ni siquiera de tener mucha fe, y para dar a entender que más bien la religión puede ser obstáculo para la salvación, sugiere la existencia de un evangelio escrito por el mismo Jesús (y que sería la base de los evangelios canónicos), del cual la iglesia católica está enterada y hace grandes esfuerzos para ocultarlo al mundo.
Vamos por partes: en primer lugar, siempre que alguna película o libro afirma que se basa en hechos reales, habría que cuestionarse cuán cierta es esa afirmación. Y no necesariamente porque sea falsa, sino porque puede que no sea del todo verdad.
Me explico: yo puedo decir, por ejemplo, que Juan Santamaría, en Rivas, se llevó una carga de dinamita, la instaló por todo el techo del mesón, y antes de hacerla explotar se metió y metralleta en mano acabó con la mitad de los filibusteros. Como pueden ver, me basé en hechos reales, pero nada de lo que cuento es verdad.
En el caso concreto del mencionado evangelio escrito por Jesucristo, resulta difícil de creer, porque no resulta concebible que si Jesús de Nazareth hubiera escrito algo sus discípulos lo hubieran ocultado. De hecho, los posteriores evangelios surgieron por la necesidad de registrar por escrito las enseñanzas del Maestro por un medio más confiable que el oral, lo cual indica que dichas enseñanzas no estaban escritas por nadie, incluido Jesús.
¿Cuál puede ser la supuesta historia verídica tras la película? En primer lugar, no hay duda de que los estigmatizados han existido (se que sus estigmas hayan sido reales o falsificados), y los casos más célebres han sido San Francisco de Asís y el padre Pío.
Y eso podría ser todo. El resto, probablemente sea fruto de la fértil imaginación de los guionistas.