La historia bíblica de José es un recordatorio maravilloso del valor de la paciencia. José fue vendido como esclavo por sus hermanos y llevó una existencia dura y completamente extraña para él. Mas tuvo paciencia y confió en que Dios lo bendeciría. Al final, fue recompensado con poder y gloria.
Cuando enfrento situaciones que ponen a prueba mi paciencia —plazos cortos, agendas repletas o demoras inesperadas— pienso en José, en su voluntad de ser paciente y en la recompensa que recibió. La paciencia me permite avanzar con confianza y tener fe en que todo saldrá bien, cualquiera que sea la situación. Con paciencia, descanso y espero la recompensa de las bendiciones divinas.
Ya que lo que alguno ve, ¿para qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.—Romanos 8:24-25